Capítulo 6 | Obsesión insana

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«Tan obsesionado contigo mismo. Hazlo, bebé, como tú lo haces. Me encanta y lo odio también. Hazlo, bebé, como tú lo haces porque también estoy obsesionada conmigo misma»
Obsessed, Maggie Lindemann

Tatiana no podría compararse con Amberly ni en las mayores de las fantasías.

Su cabello simplón, negro y corto no es igual de hermoso que las ondas doradas que carga Amber hasta la cintura. Sus ojos marrones no brillan tanto como los descomunales y fascinantes de mi novia. Tati es un manojo de inseguridades y defectos que se muestran con naturalidad, Amber es perfecta.

Sean sinceros, ¿ustedes qué hubieran hecho en mi lugar? ¿Acaso no tomarían la misma decisión que yo?

Sólo hay que ver a una junto a la otra para comprender quién es la mejor elección.

Mi mejor amiga no deja de temblar y sollozar, oculta entre mi pecho y mis brazos, se resguarda allí; en el cuerpo de alguien que no corresponde sus sentimientos, en un lugar al que jamás perteneció. No dice nada, pero sus lágrimas dicen mucho más de lo que de sus labios se podría escapar.

Hace unas semanas Natalia había pasado a visitarme y charlamos sobre muchas cosas... Pasamos horas sentados uno frente al otro en el borde de la piscina, tocando temas polémicos, los chismes de mi anterior escuela, mi integración con la nueva y el nombre de Tatiana surgió antes de lo que esperaba.

—No creo que esté muy bien —me dijo en un tono melancólico que me erizó cada vello que poseo en el cuerpo.

—¿A qué te refieres con que no está muy bien? ¿Le ocurre algo? —no podía pasar por desapercibido mi preocupación ante tal noticia.

Me sentía como a un gato al que los pelos se le ponen de punta a la vez que su cuerpo se vuelve arqueado. Tenía un sentimiento que rozaba la histeria, pero se mantenía en la cordura por guardar la calma.

—Es por Amber —me confesó bajo la complicidad que nos otorgaba el atardecer y la calmada agua. Por unos segundos su voz era más apacible y su mirada se fue a donde sus pies turbaban lo pacífico de la piscina—. No voy a culparla, yo pasé lo mismo con Fabián cuando me gustaba —sus ojos me observaron con escrutinio, quería descifrar mis expresiones para saber si era adecuado seguir—. No sólo son celos, Dani, es todo lo que ella representa.

No comprendía qué me quería decir, hasta entonces cada cosa que salía de su boca parecían incongruencias y especulaciones que formó a base de su experiencia.

—¿Qué?

—Amber es muy inteligente, Tati a duras penas pudo pasar el año y tampoco le importaba. Ahora está enloquecida con los exámenes y por conseguir la mejor calificación del grupo.

—¿Y? Eso es bueno, ¿no? —la confusión se hallaba entre los pliegues de mi frente.

—Quizá lo sería si no tuviera una obsesión con ello, parece como si quisiera demostrarle a alguien que es capaz de hacerlo y, yo creo, ese alguien eres tú. Eso no es lo peor, ¿sabes?

Y me lo explicó todo. Tatiana también quiere tener la belleza de mi novia, se mira al espejo y llora por no poder parecerse a ella. Su maquillaje se hace más cargado cada día, el dinero que tiene lo gasta en tratamientos para sus pestañas, cabello y uñas. Pasa horas enteras matándose en el gimnasio para que las prendas le queden igual de bien que a la rubia. Su baja autoestima le pegaba fuertes golpes de repente y quería salir de las clases para encerrarse en un baño sola y lamentarse por cada pequeñez que considera una falla en su cuerpo. Una desgastante obsesión por querer lucir bonita, por lucir como ella.

No quise creerle al principio porque sabía que tenía a Charlie detrás de ella y tal vez Nats veía colores donde no los había. Digo, con alguien a su lado las cosas podrían facilitársele y dudar un segundo de las estupideces que su mente le decía. Pero ahora esto tiene más sentido.

Hasta que llegó AmberlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora