Capítulo 3 | Extrañar

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«Quiero levantarte el ánimo, quiero verte sonreír, pero sé que para que eso suceda tendré que marcharme. Últimamente, he estado pensando que quiero que seas más feliz, así que me iré» 

Happier, Marshmello ft. Bastille

Se acerca el momento, las insistencias se oyen por doquier, sé que debo ceder, que ya no hay más nada que hacer.

Pero dudo, y esa duda permanece en mi mente durante largas horas; se instala de una manera que llevarlo a la papelera se torna la cosa más compleja que he hecho alguna vez. Por eso desisto, hago como si nunca le hubiera tomado la seriedad absoluta que se merece.

Amber ha comentado por allí que desea que finalmente le declare mi amor, sin vergüenza, sin temor, sin ningún error. Desea que le proponga ser novios. Podrían decir que ella también es capaz de hacerlo, que no debería comentarlo cuando tenemos los mismos derechos, pero ella no es así.

En algún punto de mi vida lo haré. Tal vez no hoy, tal vez no mañana. Algún día... Adoro esas palabras.

—Daniel —Tatiana me saluda con un beso en la mejilla. Qué ridículo parece esto cuando ambos sabemos que esos labios han sido guiados hacia mi boca más veces que a mi mejilla—, ¿cómo estás?

¡Qué loco el sentimiento de extrañar una rutina, un lugar o una persona! No puede tener una definición concreta, sino vanos intentos por comprender la palabra. Yo lo veo semejante a la falta de una pieza en un rompecabezas y cuando la encuentras todo es armonía y esa sensación de que no se necesita nada más.

—Bien.

¿De verdad? ¿Sólo eso iba a contestar? Antes podía pasar horas enteras narrándole a mi mejor amiga cómo me encontraba o sentía. A veces, lo expresaba de tal manera que no necesitaba emplear ni una sola sílaba.

La casa de Natalia es nuestro punto de encuentro cuando queremos vernos entre amigos. Me sumé a su grupo, pude integrarme de mejor manera cuando la chica sin apodo comenzó a salir a citas conmigo. Entre ellos están Mike; el rubio novio de mi ex y el hermano de mi futura novia. Julieta y Facundo; la pareja inseparable que llevan personalidades tan particulares como divertidas. Fabián; el patán exnovio de mi mejor amiga, pero que es famoso por su belleza y mejor amigo de Amber. Y claramente también asiste Tatiana.

Es un absurdo caos que cuesta tiempo comprender.

Quedarme a solas con Tati no es ninguna sorpresa para mí, es como si ambos tuviéramos una maldita brújula y nos llevara a un destino que seguimos ciegamente, y ese destino acabábamos siendo el uno al otro sin importar qué.

El cambio es que las circunstancias son diferentes ahora.

Mientras los demás están en la terraza, nosotros nos encontramos en la habitación de Nats, siendo absorbidos por un silencio en el que las risas de afuera parecen ser envidiables. Son sólo unos metros los que nos separan con el gentío, entonces, ¿por qué seguimos aquí; en una burbuja inexistente?

—¿Qué tal va todo con Charlie? —interrogo mientras observo una repisa llena de decoraciones. Me distraigo con ella para evitar esos ojos que aseguro la delatan.

—¿De qué hablas? Es mi amigo nada más —se sienta en la cama para aflojar sus músculos y descansar de mis insinuaciones. Su afinada entonación no habla muy bien de la veracidad que dice tener.

—Tati, te conozco. Dime la verdad —vuelvo hacia ella y me coloco en cuclillas para ver los ojos que hace tiempo esquivan los míos como una forma de sanación—. A mí no me puedes mentir.

Hasta que llegó AmberlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora