Capítulo 21 | Bailes significativos

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«Sé que puedes dormir con otros y te he estado arrastrando en el suelo»

You Say, Two Feet 

Ella sonreía balanceando su hermoso vestido rojizo. Sus zapatos se movían al son de la lenta música de salón. Giraba y se deslizaba como si hubiera nacido con el previo conocimiento de los pasos adecuados para la melodía. Tati estaba siendo iluminada por un reflector que la seguía.

Pero quien tomaba su cintura no era yo, sino Fabián. Él se encargaba de guiar a Tatiana por la pista de baile cuidando de que todos sus movimientos fueran precisos. Yo sólo observaba desde la lejanía la impresionante coreografía.

Así fue hasta que él la dejó caer en sus brazos y se burló de su vulnerabilidad soltándola. Corrí, arrastré mi rodilla en el piso para atraparla en el aire y levantarla. La canción cambió automáticamente, era una de cuarteto. Nuestras caderas se meneaban a los lados mientras con nuestras manos entrelazadas nos ayudábamos a alejarnos y acercarnos entre vueltas.

Supongo que así era nuestra relación; nos distanciábamos para que la atracción nos uniera de nuevo y lo enredáramos con giros innecesarios llamados sentimientos.

Quise elevarla en el aire como un elaborado paso, pero una rubia captó mi atención y Tatiana cayó desde una altura más dolorosa. Fui con la chica para tomarla de la mano y alejarnos de la pista mientras mi mejor amiga se quejaba de sus heridas.

Y luego desperté.

Aquella pesadilla me persigue desde que los estragos me acompañan. Porque así es nuestra situación en realidad.

Hace tiempo que no la veo...

Tengo que confesar que últimamente estuve visitando los lugares a los que solíamos ir juntos o los que me la podría topar con facilidad. Incontables veces pasé por la puerta de la escuela sin atreverme a esperar la hora de salida, otras me ocultaba entre el gentío y la veía hablar con sus amigos en la entrada. La verdad es que enfrentarla me dolía.

—¿Puedo organizarles el babyshower? —pregunta Julie sentada en su cama.

—Yo podría hacer las invitaciones o los juegos —se ofrece Facundo.

Estas amistades no son casualidad. Casi nada de lo que ocurre en mi vida es por casualidad. Sí, ellos me cayeron bien desde que comencé a coquetear con Natalia, pero no los llegué a considerar amigos hasta que tuve ese pequeño quiebre en la extraña relación con mi mejor amiga. A veces se les escapa su nombre o me cuentan información como un chisme sobre ella, me agrada eso.

Rasco mi nuca volviendo a la habitación rosa chillón en la que tiene una colección de atrapasueños que cuelgan desde el techo. No quiero que noten mi incomodidad, aunque tampoco quiero hablar del bebé.

—Quizá deberían preguntarle a Amber si desea una de esas celebraciones.

—Lo adorará, ya verás —me asegura ella con una sonrisa a la par.

—¿Por qué tan tenso? —Facu palmea mi hombro con el fin de que me relaje— ¿Ocurre algo de lo que no estamos enterados?

—Es que... —suspiro desganado— hace varios meses tengo el mismo sueño y no me está dejando dormir muy bien. Por las mañanas me despierto sudoroso y exaltado, por las noches tengo miedo de volver a soñarlo.

—Oh, cuenta, cuenta. ¿Qué sueñas? —apremia Julie con una mirada ensoñadora.

A ella le fascina este tema, por eso vine a verla. Sin embargo, no puedo decirle la verdad. Primero porque sería contraproducente que sueñe con su amiga cuando la rechacé y segundo porque estos chicos son tan chismosos que si lo haga sería capaz de salir en cadena nacional.

Hasta que llegó AmberlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora