Capítulo 22 | El poder de una mirada

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«Me tienes mirándote como un tonto. Sí, sé que me quieres también cuando me regresas la mirada. Oh, chica, sé que me entiendes. Mis ojos, tus ojos, la luz del sol, está bien. Sí, ¿cómo podría mirar más allá de ti? Me tienes mirándote fijamente» 

Staring, Tipling Rock

Una mirada. Basta ese sencillo gesto para que todo se destruya o reconstruya.

Podría armar un listado de las veces que nuestros ojos conectaron y ningún sentimiento se le asemejaría; una sensación agridulce e insaciable. En esos efímeros segundos lo demás se disipa y lo único que anhelo es convertir esa mueca extenuada en una sonrisa.

Podrían llamarme loco, tonto o exagerado por armar una historia repleta de colores, brillos y arcoíris con sólo obtener una mirada. Pero nadie podría escapar de esa mera fantasía sabiendo que tu ritmo cardíaco va en aumento y una sensación de bienestar se extiende por tu pecho.

—Ya basta.

Y tenía que regresar a la realidad.

Doblando en una esquina tuve el placer de ver a Tatiana encaminarse a un destino desconocido mientras Amber y yo nos dirigimos al colegio. La segunda notó que hice contacto visual con mi mejor amiga y me cortó desde un principio. Ella no se atrevió a saludarme, yo no quise molestarla más de lo que lo hice la vez pasada. Sin embargo, ese rápido encuentro valió la pena.

Mi mano enlazada a la de Amber es semejante a estar atado en una cadena. Ver que su ajustado suéter acentúa su leve vientre de embarazada, ese es otro eslabón que pesa incluso más. Observo sus ojos y noto cuánta razón tenía mi hermana y cuán ingenuo fui en el pasado por pasarlo desapercibido.

Debajo de esos irises verdes con toques grisáceos se ocultan tantas cosas oscuras que no sé cómo caben allí dentro. Para empezar: su pasado. ¿Alguna vez mencioné que en las noches habla dormida? Hay muchas cosas que la acongojan durante la noche y la dejan en ese estado de vulnerabilidad. A veces murmura cosas acerca de su sueño, otras habla de cosas que verdaderamente pasaron.

Ella escondía un secreto que la tornaba en una masa de debilidades e inseguridades infinitas cuando salía el tema a flote. Creo que es lo único que la deja sin palabras.

No puedo poner la lectura del archivo de mi hermana como una prioridad porque a cada momento me siento espiado y si lo que leo son las letras de Lucía me saben a algo prohibido, oculto, fuera del conocimiento de cualquier otra persona. Es ridículo que crea que incluso lo que pienso está siendo oído, analizado y cambiado por Amberly.

—¿Estás embarazada? —cuestiona un chico un año mayor que nosotros que algunas veces vi con Amber y su bola de amigos.

¿Saben ese sentimiento precioso en el que sonríes al saber que la persona que amas está creando una vida con tu ayuda? Admitirlo; mostrarlo al mundo con tal orgullo... Pues probablemente yo nunca sepa cómo es que eso se siente.

—Sí, ¿no es una gran noticia? —difunde ella con una emoción característica.

Fingir. Eso es lo que tengo que hacer si no quiero que las consecuencias repercutan en mi cuerpo o familia.

—¿Y ya saben qué será?

—Todavía es muy pequeño para saberlo —explico aludiendo a lo que la doctora nos dijo.

Amber decidió que hoy es el día idóneo para que una de las minas que colocó explote. Comenzamos con lo básico; la escuela. Ellos serán los segundos (considerando que mis amigos y familia fueron los primeros) en enterarse sobre el embarazo, luego veremos cómo nos va con los medios.

—¿Has visto? —le susurra una chica con un moño alto en la cabeza a su amiga, viendo con fijeza el estómago de mi novia—. ¿Puedes creerlo?

Y así es como el pasillo se llena de murmullos, miradas despectivas, interrogatorios insaciables y dedos apuntándola. Antes de llegar a la puerta de nuestra aula, la misma chica de antes con el moño se atreve a lanzar un comentario insidioso por lo bajo.

—¡La hizo bien, eh! Primero se consiguió al más famosillo y luego se lo enganchó con un crío.

El apretón en mi mano en conjunto con su mirada me otorga las indicaciones de lo que debo hacer.

—¡No hables así de mi novia! —no puedo creer que las palabras salgan con tanta furia de mi boca— Si vamos a tener un hijo es porque ambos estamos conscientes de lo que significa y queremos asumir la responsabilidad. Tal vez tú estás celosa, porque soy "famosillo" o porque directamente tenemos algo que tú no; amor.

Defender a alguien a base de mentiras no sé si puede considerarse una defensa.

Seguimos nuestro paso hasta el final del salón donde con una sonrisa radiante Bianca se sienta a mi lado. Me pasa una nota que abro debajo del pupitre con disimulo.

La carta que le enviaron a tu padre no se refería a que lo iban a matar.

Haciendo añicos la evidencia de su noticia le muestro mi confusión con mi ceño fruncido. Le pido que se explaye y acepta a hacerlo en susurros mientras que la clase se comporta con su salvajismo habitual en el que los gritos abundan.

—Lo interpretaste mal. Fabián mandó la carta, lo sé porque mi primo recibió una parecida hace unos años y fue él quien la envió. Lo que quería decir con ese "vamos por ti" es que estarán atentos a sus movimientos con lo de su pasado, que están calculando qué hace ahora, etcétera. No es una amenaza de muerte, puedes tranquilizarte —elucida sin quitar su sonrisa.

—Eso significa que puedo seguir viendo a Tati —susurro para mí mismo de manera automática. Se siente como un logro.

Segundos después decaigo con la imagen de la última vez que fui a su casa. El chico con el que se estaba acostando se llama Erick, es uno de sus tantos exs de esa época en la que probaba distintos novios. Una sola vez tuve la oportunidad de charlar con él, pues estaba en mi escuela anterior en mi turno. Fue él quien me impulsó a besar a quien quisiera y me incitó a pensar que en la adolescencia un beso no tiene tanto valor como el que los adultos le dan.

Pensar que la ve a Tatiana sólo como un cuerpo sin más provoca que las venas en mi cuello se tensen. Espero que no sea cierto.

—Yo que tú no jugaría a ese juego —me advierte Bianca escondiéndose detrás de su cabello rojizo.

—¿A qué juego? —cuestiono sin comprender.

Estoy atento a los movimientos a nuestro alrededor, lo suficiente para saber que nadie nos está prestando atención. El profesor no entra y lo único que parece importarles a estos adolescentes es destruir la escuela para armar un caos de una semejanza que logre que las clases se suspendan.

—Ver hasta dónde llega la paciencia de Amberly. Estás en la cornisa siendo amenazado por una embarazada desquiciada y a ti lo que te preocupa es reunirte con tu amiga, ¿en qué lugar eso es racional?

—Al estar en aquella cornisa que tú nombras, también la estoy arrastrando a Tati conmigo, aunque no quiera —suelto reparando en la sinceridad endulzando mi tono—. Es más complicado de lo que parece. Ojalá pudiera ser como tú y dejarme llevar o ser manipulado sin querer luchar. Pero no es así, Tatiana y yo compartimos tantas cosas que es imposible que la deje atrás.

—Hazme caso, Daniel. A Amber no le gustan esos provechos que te tomas, tú lo sabes mejor que nadie. Te lo advierto antes de que cometas una estupidez y te veas más dañado que antes. No quiero que mueras —en sus gestos leo el miedo. Sus expresiones son tan fáciles de interpretar.

Dale con lo de la muerte. ¿Por qué todo el tiempo tenía que recordarme lo frágil que está mi mortalidad en estos momentos?

Una vez tenté a la muerte posándome sobre las vías del tren. Amberly me salvó de ese fatídico y lúgubre destino. ¿Quién diría que esa salvación fue efímera y me encaminaría a una muerte mucho más violenta y sufrida?

Como que las cosas están demasiado tranquilas por acá, ¿no?

Pregunta seria: ¿Cuál es el shipp que más apoyan de toda la trilogía? El mío es... secreto 🙊.

Hasta que llegó AmberlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora