Capítulo 14 | Yin y Yang

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«¿Llegaremos al otro lado antes de que no quede nada? Nuestros cuerpos están débiles, estamos cansados y adoloridos ¿Llegaremos al otro lado? No lo sé, pero moriré intentándolo» 
Dye trying, MICHL

Muchas veces escuché esa frase que alude al yin y yang. "Toda maldad contiene una pizca de bondad y viceversa". Y podría ser posible, yo no desconfío de aquella frase, pero me cuesta ver las buenas intenciones de Amber cuando sus acciones indican que son inexistentes.

¿Por qué estoy planteándome esto? Porque, efectivamente, la obra en la que Natalia es protagonista se llama "yin y yang: Distinguir la posible maldad". Sus padres, hermanas y Mike están en la primera fila leyendo el panfleto que entregaron en la puerta. Es increíble el lazo que construyeron con este último, se nota que él es indicado para la familia Milington.

Sonrío al pensar en el momento que la madre de Nats lloró al presentarme como el novio de su hija. En definitiva, yo no encajaba allí.

No le aparto la mirada a la cabellera rubia teñida de la mujer. Ella es una ex drogadicta, le compraba sustancias a mis padres cuando apenas tenía trece años. Sé que ella contribuyó entregándole el vídeo a mi novia. ¿Será que ella sabe algo acerca del plan de Amberly Fisher?

Me concentro en el telón rojo que comienza a abrirse, percibo la mano de Amber enroscándose en la mía como una forma de marcar territorio; dos asientos a mi derecha (ocupados por Julie y Facundo) Tati nos observa con suspicacia. Quiero regresarle la mirada, aunque el fuerte apretón en mi palma me indica que no es una idea apropiada.

Los murmullos o susurros de antes desaparecen cuando en el escenario se presenta la escenografía de una casa con tapiz floreado, sofás horrendos y pequeños muebles desgastados. La vestimenta es de una época antigua, no había reparado en ese detalle hasta ahora.

—Llegué, cariño —canturrea un chico de cabello castaño entrando a la escena. Tiene las facciones más marcadas que vi en mi vida, con una nariz respingona y cejas gruesas. Es el protagonista de la obra junto con Natalia—. ¿Estás aquí?

El reflector se posa en ella, sentada en un sofá verde musgo y con su rostro acongojado leyendo una carta. Leí que los personajes tienen diecinueve años, es irónico porque ambos actores tienen dieciséis. Sin embargo, con el maquillaje y peinado con rizos cerrados sí da la impresión de tener esa edad, incluso siento que dimos un salto al futuro.

—Llegó esto por el correo —su voz tiembla al igual que su mano al entregarle el papel. De verdad que sabe actuar—. Silvio, el gobierno envió un citatorio para que vayas a la guerra.

—¡No! ¿Por qué justo a nosotros? Está claro que no estamos preparados para una guerra —camina un rato en círculos rascando su incipiente barba hasta que un sollozo lo hace volver al sofá—. No importa, mi amor. Lo resolveremos, saldremos de esta.

—Es que comienzo a creer que no. Comienzo a creer que el destino no nos quiere juntos y que tal vez lo mejor sea...

—No, no lo digas —las cejas de él bajan al igual que su mirada se torna triste.

—Deberíamos terminar —concluye firme y segura.

No puedo evitar que mi boca se abra en sorpresa, me estoy creyendo que todo esto es verdad. Qué loco saber que algo no es verdad y aun así pensar que sí.

La obra continúa con la guerra y la muerte de Silvio. A Rosalinda (personaje de Nat) le llega un comunicado sobre el fallecimiento de su amado y se le aparece en las situaciones más inoportunas. Lucha con la creencia de que es parte de su imaginación o un fantasma que la reprende por su actuar.

Hasta que llegó AmberlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora