«He esperado mucho tiempo, sí, sé que has cambiado, tienes una cara diferente para mí. Supongo que me equivoqué, yo soy el culpable y eso es una pena»
In my head, Peter ManosJuro que tuve mis razones, siempre las tenía.
Pero hasta ahora, todos creen firmemente que lo que digo son puras incoherencias, que soy un mentiroso o incluso me acusan de tener un trastorno de doble personalidad.
Todavía recuerdo con cada detalle la cruel imagen de mi mejor amiga siendo destrozada por mi decisión; sus ojos desbordando tristeza, su garganta clamando aire y las palabras que se desprendían de ella con un atisbo de rencor.
Su frase sigue dando vueltas en mi cabeza como si buscara un lugar para acomodarse. "Piensas que eres un rey y yo soy tu sirvienta, eso no durará mucho, pues veo, encontraste a tu reina".
Sé que la lastimo día a día yendo a citas con Amberly Fisher; persiguiendo a aquella rubia que descontrola cada parte de mi sistema nervioso. Desde ese día me empeñé en coquetearle, seducirla, mostrarle mi lado más dulce y caballeroso. En otras palabras, convencer y demostrar que sería un gran novio para ella.
—Estoy asustado —le confieso con un titubeo que remarca las palabras.
—¿Por qué? —inquiere Ambi bajando sus cejas y mirándome con precaución, casi con lástima.
—Por el lunes. Empezar una nueva escuela es... terrorífico —suspiro y cambio mi vista al tronco tallado.
Desde hace meses tenemos el hábito de venir cada sábado a la laguna. Ella suele tallar figuras en la madera ayudándose con el filo de una navaja y yo la admiro durante horas. Me gusta ver su concentración en el dibujo y su desconexión con el mundo.
Si bien parece que cambié cientos de cosas sobre mí, en realidad no es así. Lo único que podría considerarse un "cambio" es el color de mi cabello, que con los lavados el tinte rosa se desvaneció y dejó un rubio reluciente que combina con el de Amberly.
—Lo harás bien, Dani. Además, los chicos de mi escuela son fáciles de tratar, unas cuantas frases intercambiadas y seguro se convierten en tus amigos. Somos unidos, no te será complicado integrarte —me asegura con una dulce sonrisa.
—No lo digo por eso. Tengo miedo de que las chicas noten mi genialidad y te quiten el que será tu puesto. Ya sabes, no quiero causar peleas entre mujeres.
Muchas personas me han dicho que desde que comencé a salir con Amberly volví a ser mi versión antigua, aquella que sonreía y saltaba por cualquier cosa, que trataba con dulzura a todos y amaba sin temor a nada. Pero no es verdad. Me cuesta ser así, nada de ello es completamente natural o espontáneo. Me esfuerzo demasiado para que esa imagen salga de mí, aunque ellos no consigan ver cuánto empeño le pongo.
Ella ríe y voltea los ojos por la mala broma. Deja un leve golpe en mi pecho para continuar con su tarea de perfeccionar la figura que está tallando.
¿Cómo es que siempre luce espectacular? Más allá de su afición por la moda y el maquillaje (que dan la ilusión de que planeó un conjunto perfecto durante horas), siempre trae esa aura alegre que logra cautivarme de algún modo.
—Oye, tengo hambre —la interrumpo posándome a un lado de su dibujo para atraer su atención. Una sonrisa boba se me escapa mientras ladeo mi cabeza— ¿Quieres que vayamos a comer algo? Yo invito, por supuesto.
—¿Hamburguesas? —confirma en un tono sugerente. Menea sus cejas y me da una sonrisa torcida. Es divertido verla con esa expresión porque no le va en lo absoluto, incluso se ve tierna.
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Hasta que llegó Amberly
Teen Fiction"Eres un hijo de puta por ilusionarla" "¿Para qué la besabas si no la querías a tu lado?" "La lastimaste por puro capricho" "Se suponía que era tu mejor amiga, te tendrían que importar sus sentimientos"; acusaban las filosas lenguas que se enteraban...