Capítulo 10 | Máscaras y teatros

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«Cada día doy un paso atrás, cada noche me inclino y toco las puntas de mis pies, pero nunca tomo ninguna acción, no, a menos que mi bebé me lo diga»

Simon says, Allie X

Nunca nada es lo que parece, las personas suelen ver la superficie, máscaras y teatros que hacemos día tras día, porque si incursionaran en lo más profundo, en lo que nadie se atreve a mostrar, el pánico que sus cuerpos sentirían se tornaría incontrolable.

Todo fue una farsa.

Desde el comienzo de esta historia, hasta incluso un poco antes ya. Llámalo actuación, engaño, embuste, pero eso no cambia el sentido de todo esto ni se convierte en una búsqueda interminable de soluciones.

Todo se acabó, ya no puedo seguir con la incertidumbre y el terror arañando mi piel.

Hasta ahora, todos creen firmemente que lo que digo son puras incoherencias, que soy un mentiroso o incluso me acusan de tener un trastorno de doble personalidad por mi bipolaridad. La verdad es que sí, soy un mentiroso, me identifico con cada letra de la palabra.

Juro que tengo mis razones, siempre las tengo. En este caso fingir que amo a Amberly lleva detrás una intrincada explicación que he querido ahorrarme desde que todo comenzó.

Transcurrió durante dos meses que me propuse dejar de ver a Tatiana, mi corazón temblaba cuando la veía, mi respiración se tornaba insoportable, me hacía sentir vulnerable; me hacía sentir enamorado.

Tenía miedo. No quería saber nada acerca del amor porque mi última relación no había acabado bien. Decidí apartarme para esperar a que todo volviera a la normalidad y la complicidad sea sólo parte de una gran amistad. Pero no era así. Tati me hacía sentir cosas hasta cuando no la veía; yo la pensaba, la quería allí. Como el común error que siempre cometo por mi necedad, el alejamiento terminó por volverme un poco más loco y desearla con más intensidad.

Estaba repleto de tareas que ignoré todo el año por mi falta de interés, pero que si quería pasar de año debía hacer. Mi mente no descansaba por el fantasma de Lucía acechándome cada que la extrañaba. Necesitaba respirar y una invitación de Amber a la laguna me pareció lo ideal.

Ella estaba apoyada ligeramente sobre la banda de seguridad de la laguna. Su cabello se veía espléndido, sus irises verdes y grisáceos brillaban con la luz solar. Todo parecía ir bien hasta que su confesión asaltó el buen momento.

—Me gustas.

Algunos mechones volaron con el viento cuando volteó su rostro al mío. Una sonrisilla la hizo ver más inocente, casi frágil, como si tuviera que tener tacto con mi siguiente repuesta.

No quería romperle el corazón, pero yo no sentía lo mismo que ella. No era recíproco. No quería intentarlo cuando otra chica abarcaba mi pensamiento. Pensé que sería una pena para ella...

Qué equivocado estaba.

—Perdón, Amber, pero yo no sabía que... —todo se volvía una maraña de letras y palabras sin sentido dentro de mi cabeza. Jamás había rechazado a alguien— No estoy interesado en ti.

—Oh, es una lástima.

Su tono y caminar despreocupado me transmitían algo que se me hacía difícil de interpretar. Misterio. Fue hasta su árbol preferido y sacó la navaja que siempre lleva consigo en la bota derecha. Retrocedí un paso y esperé a ver qué hacía.

Talló el tronco en silencio. Yo tampoco me interpuse, lo sentí inapropiado. Para cuando me encaró su dibujo ya estaba terminado; nuestras iniciales en un corazón flechado.

Hasta que llegó AmberlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora