«Tú me pusiste en esto. Lo quemaría todo, lo encendería todo, asumiría el peso, sin ceder, sin darme por vencido. Por ti lo arriesgaría todo»
Risk it all, The Vamps
Muchas veces imaginé este momento. Las imágenes se reproducían en mi cabeza jugando con las probabilidades y los sucesos. Aunque lo hacía de manera lejana, con una capa de escepticismo que las recubría para resguardarme de las decepciones.
Desde que Amberly comenzó con su insana manipulación me armé de precauciones. Leí todos los libros sobre este tipo de cosas como también vi películas. Mi trabajo estaba en distinguir la ficción de la realidad; investigar.
Lo primero que aprendí fue que no tenía que buscar nada desde mis dispositivos. Amberly tenía mis cuentas y todo mi historial. La computadora de Diana fue un gran avance para mí.
Lo segundo fueron las cámaras. No soy tonto. De mi madre aprendí a ser perspicaz y observador. La forma que mi novia tenía de enterarse de cada cosa que pasaba a mi alrededor era por pequeñas cámaras que ella colocó. Así fue como se enteró que Tatiana me besó cuando estaba ebria.
La tercera se hallaba en los lugares más recónditos e impensados; los micrófonos. Estaban por todos lados al igual que las cámaras. Sólo que estos eran menos obvios y por ende más difícil de encontrar.
El cuarto y último dato que tuve que indagar exhaustivamente fue el chip de rastreo. Nunca los creí reales o existentes, sino parte de una tecnología avanzada que utilizaban las películas de acción. Pero son de uso habitual, algunas madres se los insertan a sus hijos por si se pierden o los secuestran.
Lo bueno es que de todo se aprende y, por suerte, Lucía me dejó unos consejos antes de ser asesinada.
—Espera —salto de repente. Tomo el brazo de Tatiana con suavidad—. Antes de bajar del auto, prométeme que permanecerás calmada, no quiero asustar a mis padres más de la cuenta, si es que eso es posible. No digas nada, actúa normal, cuando yo te diga le expondremos la realidad.
—De acuerdo —concede resuelta. Asiente y posa su mano en la manilla de la puerta.
Está tan metida en esto que me muero de nervios.
—Y otra cosa —agrego siguiendo sus movimientos.
—¿Qué?
—¿Piensas bajar sola? —cuestiono en tono burlón.
Ella entorna los ojos por el recordatorio de su reciente operación. Rodeo el auto y la tomo por la cintura, dando pasos lentos y cuidadosos.
Avanzo hacia la cocina donde mi madre se esmera preparando el almuerzo. Sonrío con aquella dulzura que he adoptado hace meses.
—¡Tatiana! —exclama alegre al ver a mi acompañante— Estás bien, ¡qué gran noticia! Nos tenías preocupados.
Ella viene a nosotros y la envuelve en un efusivo abrazo.
—También me alegra verte, Rush —le hace saber, aunque su cara conserva un aire de pena.
—Siéntate, el almuerzo estará en unos minutos —pronuncia guiándola a una silla.
—Voy al baño —digo como excusa para escapar, tácticas que se aprenden.
Sin embargo, me desvío a mi habitación y tomo la computadora de Diana. Puede que Amberly sea muy inteligente, pero yo también tengo mis trucos. Desde que supe que estaba siendo espiado en tiempo real, pude investigar cómo engañar al sistema.
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Hasta que llegó Amberly
Genç Kurgu"Eres un hijo de puta por ilusionarla" "¿Para qué la besabas si no la querías a tu lado?" "La lastimaste por puro capricho" "Se suponía que era tu mejor amiga, te tendrían que importar sus sentimientos"; acusaban las filosas lenguas que se enteraban...