Capítulo 15 | Una probadita

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«Estuviste fuera toda la noche, no sabía dónde estabas, estás arrastrando tus palabras, no tiene ningún sentido, pero no me importa una mierda en absoluto. Porque tengo muchos sentimientos por ti, y actúo como si me importara una mierda, porque estoy jodidamente asustado»
Idfc, Manu Rios (Cover) 

—¡No! —grita ella fuera de sí, sosteniendo sus manos en su cabeza.

—¡¿Qué?! —reclamo asustado, casi paranoico mirando para todos lados y sintiendo que mi respiración se torna errática.

—Es mentira, vas bien.

Le dirijo una esporádica mirada de indignación para volver a centrarme en frente e ignorar su suave risa. Aprender a manejar con mi mamá como instructora es algo difícil de llevar.

Hace más de media hora estoy repitiendo los mismos pasos, dudando de cada uno de los movimientos mientras ella se divierte a mi costa. Creo que soñaré con el "aprieta el embrague, usa la palanca de cambios, aprieta el acelerador y suelta de a poco el embrague", ella no parece darse cuenta de que repitió lo mismo unas cuarenta veces.

—Toca el freno cuando yo te diga —su voz destila tranquilidad y es algo que agradezco porque me siento al borde de un colapso de nervios—. ¡Ahora! —hago lo que me dice y poco a poco el auto se detiene— Perfecto.

Sonrío y siento que finalmente puedo respirar en paz. Apago el motor y nos bajamos para dirigirnos al supermercado. La sigo por los pasillos llenos de comida manejando el carrito.

—¿Tú crees que hasta la persona más malvada puede tener un ápice de bondad? —le cuestiono apoyado en la manija del carrito.

—¿Lo preguntas por lo de la obra de Nats?

En mi oreja siento la voz de Lucía susurrando eso que está en la primera y única página que me atreví a leer del archivo.

Amberly es ese tipo de chica que tiene un rostro angelical, pero una mente diabólica. Es mi amiga y no debería hablar de ella de esta forma, lo sé, aunque mis sospechas superan mi noción de amistad. Siento miedo cada que sus ojos se encienden como de una manera siniestra y de sus labios una sonrisa se acerca. Ese momento me parece el inicio de una tormenta que arrasará con todo. ¿Por qué? Porque la primera vez que la vi así ella estaba leyendo un artículo sobre una despiadada muerte efectuada con la única arma de una navaja.

Amber suele llevar consigo una navaja en su bota derecha. No deseo insinuar nada, mas me parece extraño que se halle la coincidencia del armamento. Lástima que no se nombra el periódico o la víctima para poder investigar si ella tiene una especie de conexión con el caso.

—Sí, claro. Lo pregunto por eso.

—Bueno, yo creo que sí. Es decir, una persona tiene el derecho de decidir qué camino tomar, y no lo hace al azar, sino por sus experiencias pasadas, su manera de reaccionar a distintas situaciones o una causa futura a la que quiere llegar. Por ejemplo, tú —me señala con una lata de guisantes y observa mi ceño fruncido en confusión—, para llegar a Natalia fingiste que te gustaba Amanda, no era lo correcto, aunque creíste que el fin valdría los daños que causarías. ¿Comprendes?

—¿Y se puede justificar una acción atroz por una meta satisfactoria?

—Por supuesto que no, Dani. Es lo mismo que vayas a robar un banco porque quieres el dinero. Si deseas algo, busca la manera correcta de conseguirlo, ¿sí?

¿Cómo hago para conseguir tu libertad sin lastimar a nadie, madre?

—¿Qué hay de "en el amor y la guerra todo se vale"? —contradigo enarcando mis cejas sin dejar de desplazarme por el pasillo.

Hasta que llegó AmberlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora