Capítulo 11

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Jesus Oviedo.
15 de Abril, Jueves. 8.30.
°
Me asomo a la habitación de mi pequeña chequeando que esté bien, bajo las escaleras viendo a mi esposa tomarse una taza de té en la cocina, alza la cabeza y se acerca a mi.
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-Buenos días cariño. -me besa.
-Buenos dias. -digo amable.
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Observo mi teléfono, miro la hora y agarro mi maletín para marcharme por la hermosa señorita Patterson.
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-¿Dónde vas tan temprano? -pregunta.
-Debo recojer a la señorita Patterson para que cuide durante la mañana a Nicolle. -explico.
-Esa zorra no pisa mi casa. -asegura.
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Cojo aire, la miro y noto la superioridad en sus ojos ¿quién se cree?
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-Esta casa es mia y aqui entra quien yo diga, el dinero es mio. -la defiendo.
-Te la has tirado y ahora quieres mantener a tu puta contenta. -reprocha.
-¡Callate Morgan! -le alzo la voz.
-Por mi apellido, vaya cariño, que sexy te quedó eso. -rie.
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Salgo de casa callandome todo lo que me gustaría gritarle, entro en mi coche y conduzco hasta su pobre barrio.
Veo como baja con su uniforme de la sede, mismo uniforme que ayer le arranqué en mi oficina.
Mis pupilas se dilatan solo de imaginarmela ahí, desnuda saltando sobre mí, mirandome fijamente bajo esos ojos de gatita.
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-Buenos días Patterson. -digo amable.
-Buenos días señor. -responde avergonzada.
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Mira a la ventanilla, agarro su muslo con suavidad y me mira.
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-¿Sucede algo? Me  parece extraño que venga con el uniforme. -digo serio.
-Voy a irme a la sede en cuanto acabe en su casa para hacer todo lo que ayer no hice y lo de hoy. -dice seria.
-Después va a comer y descansar. -ordeno.
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Ella aparta la mirada, arranco hacia mi casa en absoluto silencio y una vez allí, tras darme correctamente las gracias, se baja del coche.
Entra en casa, la sigo viendo como mi mujer la mira con desprecio y subo junto a la señorita.
Enciende la luz, la pequeña al ver a Gabrielle rie para que después ella la coja entre sus brazos.
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-Buenos días pequeñita. -sonrie.
-A ido mejorando, en unos días podrá regresar a su horario habitual. -explico.
-Perfecto. -dice nerviosa.
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Deja a Nicolle sobre su cuna mientras cierro la puerta y se gira para irse a por el biberón.
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-Necesito hablar con usted un segundo. -digo.
-Tengo trabajo. -me evita.
-Deje de esquivarme. -la agarro.
-Mire señor, estuvo demasiado bien lo de ayer pero con todos mis respetos usted está casado y yo no soy para acosrtarme con un hombre tan adineraro como es usted. -dice menospreciandose.
-Mi esposa es insignificante. -susurro.
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Ella mira el agarre y la suelto.
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-Voy a hacer mi trabajo, señor Oviedo. -dice seria.

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