Capítulo 88

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Gabrielle Patterson.
23 de Abril, Sabado. 22.00
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Salgo hacia el baño sin decir nada, Jesus me sigue con la mirada y una vez dentro rompo en llanto. Dos mujeres le rodean, él sonrie agarrando una copa y una tercera mujer parece estar bailandole, es reciente, no hace mucho estuvo fuera de casa una noche completa "trabajando" y sé que fue esta noche.
~
-Cariño. -me agarra el brazo preocupado.
-¡No me toques! -me aparto.
-Bebé, ¿qué pasa? -se asusta.
-Creía como una loca en ti, estaba ciega por el amor mientras tú andabas de putas. -reprocho.
-¿Quién te ha enviado esa foto? Mandé borrarla. -su tono frio pero alertado me asegura todo.
-¿Eso te interesa? Que yo no me entere. -reprocho.
-Me importas tú, solo tú. -asegura.
-¿Cómo he sido tan estupida? -pregunto.
-Te amo bebé, creeme, vamos a casa, podemos hablarlo. -insiste.
-¿Hablar? ¿De cómo te las follastes? -pregunto.
-No bebé, sabes de sobra que soy tuyo. -insiste.
~
Me agarra los brazos, le empujo y salgo de allí corriendo chocando con la lluvia de esta fría noche.
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Jesus Oviedo. 00.00
Lloro desolado, mi hermano cuelga a la policía y me toca el hombro.
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-La buscan como locos, la encontrarán. -susurra.
-La he perdido tio, se va a ir, me va a dejar y yo sin ella no, no puedo. -lloro.
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Me abraza, sollozo y me seca los ojos.
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-Trae alcohol, quiero beber. -ordeno.
-No, ella volverá y no vas a estar borracho. -aconseja.
-¡Se ha ido! Ella no va a volver. -lloro.
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La puerta se abre viendo a mi mojada, bonita y triste mujer entrar empapada.
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-Cariño. -salto del sofá.
-Con su permiso, me doy una ducha, me cambio y me marcho. -susurra con la voz rota.
-No te marches, duerme aquí en casita, la noche está muy fea. -intento que se quede en casa.
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Niega, camina hacia la habitación haciendo que me siente en el suelo, ahogado en lágrimas, en los pedazos de mi corazón ahí, tirados y molidos por ser el hombre más gilipollas del universo.
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-Habla con ella, dale una explicación, no te des por vendido. -susurra Daniel.
-Mirala, hablandome de usted, sin mirarme y con la voz rota, soy un monstruo. -lloro.
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Me pone en pie a la fuerza, camino hacia la habitación viendo por una pequeña franja como está tiritando al salir de la ducha y cierro los ojos acercándome a la puerta.
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-Aquí siempre tendrás tu casa, tu cama, tu hija y tu hombre, por siempre, puedes volver cuando quieras, a la hora que sea. -susurro llorando.
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Tras cinco minutos sale del baño, bañada en lágrimas y con ropa de abrigo. Se para frente a mi, sentado al borde de la cama y con la mirada perdida en su figura.
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-¿Puedo despedirme de Nicolle? -pregunta.
-Es tu hija. -susurro.

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