Para pasar el rato

Capítulo 51

Gabrielle Patterson.
18 de Junio, Miércoles. 9.30.
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La vieja se rie, me suelta y mira a su cuñado con desprecio.
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-Eres un mocoso, no vas a decirme que hacer. -asegura.
-Ella no te ha hecho nada, dejala tranquila. -me defiende.
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La mujer rie mirandonos y se marcha tras darme un empujón.
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-¿Estás bien? -pregunta.
-Supongo. -digo nerviosa.
-Jesus se habrá alegrado mucho de verte. -dice sonriendo.
-Eso parecía. -digo no muy segura.
-Él muere por volver a tu lado. -me dice.
-Las cosas no son tan fáciles, Daniel. -digo segura.
-Si os amais ¿que más da lo demás? -pregunta.
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Encojo los hombros y me marcho.
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15 de Julio, Viernes. 22.00
Entro en mi casa, enciendo la luz suspirando por le horrendo calor que hace y doy un salto asustada al verle ahí, sentado en el sofá.
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-Necesitaba estar contigo. -murmura.
-Largo de mi casa, señor. -susurro.
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Se pone en pie y repaso sus brazos viendo como los músculos estan presionados por la corta manga de la camisa.
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-Las manos a la pared. -ordena.
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Una fuerza en mi interior hace que lo obedezca contradiciendo a la voz de mi subconsciente que me repite una y otra vez la mala idea que es obedecer su orden.
Me abraza por la espalda, besa mi cuello y me gira pegandome a la pared.
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-No quería hacerlo así, me hubiera encantado invitarte a cenar, regalarte algo... Conversar como los adultos que somos. -dice suspirando.
-Amo... -murmuro.
-Necesito saber qué sucedió. -dice desesperado.
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Me mantengo en silencio, él me mira y agarra mi mejilla con suavidad.
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-No tengas miedo. -susurra.
-Vayase señor, su esposa... -me frena.
-Mi esposa se puede ir a la mierda, solo quiero tenerte a ti, besarte a ti, acariciarte, hacerte gemir y provocarte todos los órgasmos que tú me concedas. -susurra.
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Lo aparto, camino por mi salón intentando relajarme y cubro mis ojos con las manos evitando el llanto.
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-Te amo Jesus, de verdad y ojalá puedieramos hacer una vida juntos. -digo dolida.
-Podemos, claro que podemos, tu, la bebé con todos los bebés que vengas y yo. -dice cin un hermoso brillo en sus ojos.
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Miro por mi ventana, mientras el insiste una y otra vez explicaciones, no cesa de preguntar gastando mi paciencia a la vez que aumenta mi rabia.
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-Joder, necesito saber que es eso que te aleja de mi. -insiste.
-¡No sé leer ni escribir! -le grito plantandole cara.