Gabriele Patterson

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Una chica solitaria, con un pobre trabajo y un rostro paliducho.
Unos ojos verdes, el cabello en llamas pelirrojas y una tez tan palida que la gente me mira de una manera muy extraña.
Un pasado tan solitario, como la actualidad:
Mi padre fue un alcoholico que escapó de casa, mi madre una mujer que nunca me asumió como su hija, siempre fui un estorbo en su vida y ella, día a día se dedicó en recordármelo.
Un pequeño piso el cual pago a duras penas, un trabajo del que bueno, es extraño, mi jefe es un tanto joven para la mujer que tiene y lo alto que ha llegado, aunque él no se dirije a "trabajadoras" como yo, que tan solo limpio el suelo por donde pasa y quito el polvo de donde trabaja a cambio de un sueldo algo digno.
Nací en Alicante, de allí, una vez muertos mis padres y yo sin haber cogido un libro en mi vida, con apenas ocho años me mandaron hacia Madrid a un convento no muy cercano al centro.
Allí pasé mi adolescencia y parte de la infancia haciendo la única cosa que sé hacer: limpiar.
Recuerdo la ilusión de una cría de ocho años, un nuevo hogar, nueva vida, me llene el alma de ilusiones que en cuanto los días pasaron se volvió en ganas de morir.
Intente acabar con mi vida en decenas de ocasiones pero ella siempre me lo impedían, me castigaban sin comer al día siguiente y todo volvía a la normalidad.
Tal vez la vida jamás me dió un poco de tregua, jamás bajó la tensión de la cuerda y muchísimo menos quiso hacerme las situaciones más libianas.
Una mujer tímida, llena de inseguridades, repleta de dudas, una analfabeta que jamás supo escribir, muchisimo menos leer y tan solo sabe limpiar bajo el cargo de su jefe: Jesus Oviedo.
¿Qué soy yo en esta injusta sociedad? ¿Por qué me tocó a mi está vida? ¿Cuándo vendrá mi etapa feliz?

Para pasar el ratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora