18 || Gimnasio ||

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Empujo la puerta del gimnasio, ya me he cambiado, tengo puesto el bañador debajo de los pantalones cortos azul marino y la camiseta de mangas cortas blancas

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Empujo la puerta del gimnasio, ya me he cambiado, tengo puesto el bañador debajo de los pantalones cortos azul marino y la camiseta de mangas cortas blancas.

Hace un frío horrible y creo que he estado a punto de convertirme en Fronzen por el camino, pero gracias a Satanás la piscina está climatizada.

—Uf.— Acaricio mis brazos los cuales comienzan a sentir el calor, tengo la piel de gallina. Un silbato suena demasiado fuerte y demasiado cerca de mi tímpano, a lo que pego un salto del susto.

—¡JODER!—Chillo, viendo como un Miguel sin camiseta, con un bañador surfero que le queda de infarto, color negro y rojo y el pelo totalmente mojado, me está observando con esa habitual expresión de hacer mucho que no folla.

—Llegas tarde.

—Ajá, dime algo que no sepa.—Comienzo a desvestirme.

—¿Vas a seguir con ese comportamiento?

—¿Lo siento? ¿No volverá a pasar?— Le miro con chulería lanzando mi camiseta al suelo, sus ojos me repasan rápidamente.

—La ropa no va ahí, cógela y colócala en tu percha, tiene el número de tu taquilla.

—Sí, profesor.—Dejo mi cabeza caer hacia atrás del aburrimiento, resoplo mientras me agacho para coger la maldita camiseta y entonces, veo que me está mirando.

Goloso.

Me muerdo el labio pensando que soy capaz de hacerlo, así que en esa postura, agachada, me bajo también el pantalón, dejando que todos mis encantos queden a su vista.

Oigo como carraspea la garganta mientras se acerca.

—¿Intentando provocar al alumnado, Sara?

—Más bien, al profesor.— Dejo mi ropa colgada en la percha.—Ya estoy lista, ¿qué debo hacer?

Mis ojos bajan por ese cuerpazo magníficamente definido, creo que Miguel es el más musculado de todos los hermanos, Gabriel y Joshua tienen figuras esbeltas y definidas, Lucifer es se ve fuerte, pero Miguel es el más marcado de todos.

Por algo es un guerrero ¿no?

Me doy cuenta entonces, de que la entrepierna en su pantalón ha crecido considerablemente. Sonrío, he conseguido lo que quería.

—Entra en la piscina y calienta, ahora vengo.

—¿Que caliente? ¿Más?—Me muerdo el labio.

—Sara, te lo advierto, no me provoques, ya una vez casi te mato.—Recuerdo lo que me hizo y como Gabriel y Joshua me salvaron de él.—No me temblaría el pulso contigo, deseo aniquilarte más que cualquier cosa en este mundo.

Mi garganta se queda seca, mientras mi autoestima se va desvaneciendo.

Agacho la cabeza al suelo.

Ángel Caído✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora