41 || Herejía ||

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Tengo  los nervios a flor de piel. 

La garganta se me seca a cada rato, he intentado pedirle que no hagamos esto, pero parece ser que Miguel no piensa retroceder. 

—No tengas miedo, Sara.

—Ella puede ir a Lucifer, si descubre que estamos confabulando a sus espaldas...

Él me mira de forma arrogante, como si ya hubiese barajado esas opciones y tuviese un plan trazado.

—No confías en mi, ¿eh? 

—Si no confiase, no estaría en tu coche en este instante.

Una sonrisa silenciosa se dibuja en la comisura de sus carnosos labios, esa expresión consigue arrancarme un suspiro.

—Tengo miedo. —Confieso.

Él aprieta mi mano apoyada sobre mi pierna izquierda.

—Yo también, Sara.— Nos miramos rápidamente, como si acabásemos de descubrirnos por primera vez. —Pero fue el miedo el que me hizo perderte una vez, no cometeré el mismo error. 

—¿Qué es lo peor que puede pasar?—Musito, nuestros dedos entrelazados me inspiran fuerza.

—Que acabes enamorada de mi.

—Oh, eso es imposible. —Me hace reír.—¿Estará el maníaco en la mansión? 

—No, ahora mismo está...—Frunce el ceño.—Alimentándose.

—¿Alimentándose? ¿Y cómo se alimenta la copia barata de Satanás? 

—Es domingo, Sara, hay misa.—Comenta.—Todas las almas están en la iglesia, orando,  confesando sus pecados, lamentándose, escuchando sus palabras de fe, creyendo en él como si fuese Dios encarnado ante ellos, está alimentándose, Sara. 

Entiendo, el royo de la adoración y todo eso.

—¿Y María? 

—María siempre se queda sola en la mansión cuando hay misa.

Noto como un escalofrío recorre mi columna.

Me duele haberla traicionado así.

—Júrame que no le harás daño, Miguel.

—Eso depende de lo que suceda, Sara, no se pueden hacer juramentos sobre un futuro incierto.

—Juraste estar conmigo para siempre, ¿no es ese un destino incierto? 

—No.—Niega de inmediato.— Estar a tu lado es le motivo de mi existir, Sara, siempre ha sido así, y lo seguirá siendo, no importa cuanto se interponga entre nosotros, nada, escúchame.—Detiene el coche, tomando mis mejillas para hacerle mirarle directamente a los ojos.—Nada, nadie, ni Dios, ni Moloch, ni Lucifer, ni todas las almas ya sean luminiscentes u oscuras que existan en el universo, me separarán de ti.

Ángel Caído✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora