Gabriel, aniñado, dulce y encantador.
Joshua, sereno, inteligente y místico.
Miguel, fuerte, varonil y romántico.
Lucifer, atractivo, galán y... Peligroso.
Cuatro misteriosos chicos, que estarán dispuestos a todo, por poseer el alma de la mujer que...
Antes de nada quiero pedir perdón por mi tardanza en actualizar Broken, es que toda la inspiración la siento en esta historia y quiero aprovecharlo, Broken ya está a las puertas del final y es como uff quiero acabarlo y así terminar ya mi primer libro en el perfil, pero cuando me siento a escribir todo lo que me viene es sobre esta historia y bueno, todos los escritores dicen que cuando no se siente inspiración en una historia hay que pausar hasta que regrese porque si no, no queda igual, ya que todo se ve forzado, os digo que solo es un aplazo un poco temporal, os pido perdón ^^
Deciros también que si conocéis de gente a la que le pueda gustar este tipo de historia, recomendarsela, me hará muy feliz que poco a poco nuestra pequeña familia vaya agrandando, ¡y darle también la bienvenida a los lectores nuevos! ¡me siento muy feliz de contar con vosotros!
Espero que el capítulo os guste muchooo!
Nota: Capítulo dedicado a @Sayuma y @EluinHolws , por darme tanto apoyo en todos los capítulos.
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—Por favor.—La voz de Gabriel me pilla desprevenida, está en el pasillo justo a mi lado, ofreciéndome su brazo.
—Con las muletas voy más cómoda, pero gracias.
—Deberías buscar a Joshua, él solucionará eso.—Comenta, adaptándose a mi ritmo.
Estamos en el descanso.
—Sí, ya me lo dijo en clase de biología, hemos quedado en el jardín.
—Oh bueno, no quiero interrumpir entonces.—Una sonrisa se dibuja en su rostro.
Frunzo el ceño.
—No vas a interrumpir nada, puedes acompañarme.
—De todas formas, tengo trabajo en la biblioteca.— Levanta una mano en señal de despido, sacudiéndola lentamente.—Te veo esta tarde en casa, Sara.
....
Quiero callarme pero no puedo.
—Gabriel.
—¿Ah?
—¿El crucifijo es realmente tuyo?
Sus ojos descienden hasta mi pecho, sobre el cual reluce la cruz de plata.
—Es de Miguel, Sara, él me pidió que te lo entregase, pero que no te dijera nada.
Algo en mi interior se remueve.
—¿Él me odia?
—¿Odiarías tú a alguien que destroce tu existencia, Sara?
Enmudezco.
—Estoy segura de que si lo hice, fue por algún motivo.
