4 || El parque ||

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Aquella extraña conversación con aquel misterioso y apuesto chico me ha producido tal intriga que el fenómeno de la farola ya pasó al olvido

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Aquella extraña conversación con aquel misterioso y apuesto chico me ha producido tal intriga que el fenómeno de la farola ya pasó al olvido.

Camino por el pueblo sin saber muy bien hacia dónde dirigirme, solo he ido de casa al instituto y del instituto a casa. Nada más.

Las calles están prácticamente vacías, no se ven personas caminando, hablando, sentadas en terrazas de cafeterías, niños jugando en plazoletas, etc...

Y hablando de niños, mi andar es interrumpido cuando encuentro un parque justo de frente, hay una pequeña que aparenta tener al menos unos cinco años, está de pie frente al columpio, observándolo sin más.

Miro en los alrededores, no me parece bien que una niña pequeña esté aquí sola teniendo en cuenta de que ya está anocheciendo, parece que no hay ningún adulto a su cargo, por lo que decido acercarme.

En cuanto pongo un pie en el parque una misteriosa niebla me envuelve, a veces, los juegos se mueven por sí solos, chirriando a causa del óxido. Daría un brazo apostando que este parque estaba aquí desde que mi madre era tan solo una niña, seguro que nunca se reformó.

Cuando llego al fin a los columpios, caminando sobre la alta hierba descuidada, la niña está de espaldas a mi, su cabello completamente negro llega hasta casi el final de su espalda. Me doy cuenta entonces de que aquí casi todas las chicas tienen el cabello muy muy largo.

—Hola.—Digo con voz temerosa, hay algo en ella que me causa inquietud.

''Solo es una niña'' Me digo a mí misma.

Pero ella no contesta.

—¿Estás sola? —Insisto.

Su cabeza se inclina negando.

Extraño, pues no veo a nadie más.

—¿Te has perdido?—Niega otra vez, vaya ¿por qué no me mira? ¿por qué no me habla? —¿Dónde están tus padres?

Ella mira hacia la derecha, alzando su brazo en esa dirección, su dedo apunta hacia un lugar muy concreto, sigo el camino que traza con la mirada viendo una alta puerta de hierro con una cruz en su alto, dentro hay una pequeña ermita rodeada de tumbas. 

El cementerio.

¿Quién construye un parque al lado de un cementerio?

Su brazo desciende y sigue mirando el columpio, yo me mantengo a su espalda.

—Vaya...cuanto lo siento.—Se encoge de hombros, como si no importase, esto cada vez me inquieta más, quiero irme y seguir mi camino, tengo que comprar un dulce para mamá, aun así, no puedo dejarla sola, solo es una niña.—¿Quieres que te lleve a casa?

—Esta es mi casa.—Habla con una voz que no me espero, su tono es duro, fuerte, intenso, su timbre suena iracundo, como si en su interior poseyera una rabia capaz de destruir el mundo.—Y tú no eres bien recibida en ella.—Añade, a lo que entiendo que la estoy molestando.

Ángel Caído✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora