EPÍLOGO

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—¡Anastasia! ¡Ya vale!—Me quejo, mi hermana es lo más insoportable del mundo, es solo un año mayor que yo, pero tiene complejo de madre , y aunque es indiscutiblemente  mi mejor amiga y daría la vida por ella sin parar, hay veces que se pone muy, muy pesada.

—¡Que tienes que verlo!—Grita llena de emoción, dejando sus gafas sobre el escritorio, junto a sus apuntes.

Ella estudia medicina, tiene un don especial para la ciencia y está cien por cien segura de que será la descubridora de una cura contra el cáncer. 

Yo quiero estudiar magisterio. 

—¡No me interesan los chicos!—Exclamo a pleno pulmón, estamos en mi habitación mientras termino de vestirme para ir juntas a la biblioteca, formamos parte del club de lectores y todos los viernes por la tarde nos reunimos a hablar sobre los libros que hemos leído durante la semana. 

—Pero es que este...es distinto.—Hace un puchero.—Es guapo, educado, atlético, ¡le han nombrado capitán del equipo de fútbol en tan solo una semana! y tiene unos ojazos...

—Bla, bla, bla.—Digo sin más, metiendo la cabeza por el suéter de lana.

—Llevas una semana con ese maldito resfriado sin poder ir a clases, pero te aseguro que el lunes te vas a volver loca cuando le veas, ¡ese será el adecuado!

—¡Pero bueno!— Mi cara es un cuadro.—¿Qué obsesión tienes tú con buscarme novio?

—No es obsesión, quiero lo mejor para ti, y ese niño está....uf...

—¿Y por qué no te lo ligas tú? 

Ella hace una mueca de asco.

—Es que a mi me van mayores, ya lo sabes, de treinta y pico para arriba.

Ahora la cara de asco la tengo yo.

Mi hermana es una vieja dentro del cuerpo de una chica joven.

—Bueno.— Suelto un estornudo, limpiándome los mocos.—¿Nos vamos ya?—Cuestiono, metiendo en mi bolso los dos libros de terror que acabo de leer.

—Sí, claro, vamos.

Anastasia y yo bajamos las escaleras, despidiéndonos de mamá y papá que ven la televisión, nuestros padres son los mejores padres del mundo y cada día doy gracias a Dios por haber nacido en esta familia.

A veces me pregunto qué habré hecho de bueno en mi otra vida para merecer tanta felicidad.

No sé, pero como sea, vivo agradecida con el karma, el universo y lo que sea que exista en el más allá. 

Que por cierto, me intriga muchísimo.

—Espera, quiero tarta de arándanos, o pastel de merengue.—Anastasia se para frente a una dulceria  a lo que tiro de su brazo. 

—¡Eres una adicta a esos dulces! ¡Para ya! 

—Que no.—Me hace pucheros.—Ay, se me ha olvidado la cartera.

—Pues yo tampoco tengo.— Comento, rebuscando en mi bolso.—Solo llevo la tarjeta de crédito encima, pero si quieres vamos y sacamos. 

Esta mujer, siempre consigue lo que quiere conmigo. 

—No pasa nada, yo lo pago.—Una voz fuerte, sexy, varonil y cargada de seguridad, como una tormenta de luz capaz de abrasarlo todo, se oye detrás de nosotros, el vello de mi cuerpo se encrespa a la vez que la piel se me pone de gallina. 

Me giro para mirar al dueño de ese timbre tan poderoso, encontrándome con los ojos verdes más hermosos que he visto en mi vida.

Entonces, el corazón comienza a palpitarme de forma enloquecida.

Ángel Caído✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora