Gabriel, aniñado, dulce y encantador.
Joshua, sereno, inteligente y místico.
Miguel, fuerte, varonil y romántico.
Lucifer, atractivo, galán y... Peligroso.
Cuatro misteriosos chicos, que estarán dispuestos a todo, por poseer el alma de la mujer que...
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Me estoy cambiando de ropa mientras intento dejar de sollozar, todo esto es tan humillante, la impotencia que siento no va a debilitarme, al contrario, debo usarla de fuerza contra los maltratos de Lucifer.
Al menos, Miguel sabe que todo es una patraña de su hermano mayor, y no me va a odiar por esto, es mi único consuelo.
Le agradezco tanto que me haya dado el día libre.
Mis rodillas están peladas, ponerme un pantalón largo va a hacer que el roce vaya a peor, así que decido optar por un pantalón corto, aunque haga un poco de frío, me pongo unas botas altas y un abrigo largo, dejando mi pelo amarrado en una media coleta.
Suspiro, solo espero no volver a ver a ese monstruo en todo el día.
Los ojos aun me escuecen un poco, lagrimeándome sin parar.
Salgo de la habitación caminando por el pasillo con la intención de hacer el mínimo ruido posible.
—¿A dónde vas tan guapa?— La voz de Joshua hace que me detenga maldiciendo en voz baja. Me giro con pesadez, viéndole junto a Gabriel, tras mi espalda.
—Miguel me ha dado el día libre.—Les digo sin más.
—Eso suena bien.—Gabriel sonríe.—¿Por qué no te vienes a dar una vuelta con nosotros? Haremos cosas divertidas.
Niego.
—Tengo planes, gracias.
Decido avanzar atravesando el salón, me siento observada, pero intento que eso no me intimide.
Solo son dos niñatos.
Venga ya.
Cuando salgo por la puerta y estoy caminando por el sendero que atraviesa los jardines, ambos se me cruzan justo delante.
Resoplo.
—He dicho que tengo...
—Lucifer se está pasando.—Habla Joshua, Gabriel guarda silencio, esa revelación me sorprende.— Si sigue así, algo terrible va a ocurrir.
—¿De veras? ¿Y os dais cuenta ahora?—Mi sarcasmo es palpable.
—Llevamos tiempo hablándolo entre nosotros pero él nos sigue todos los pasos, no tenemos forma de impedir sus planes.
Me cruzo de brazos.
Es cierto que Gabriel me ha avisado muchas veces sobre Lucifer, quizás no sean tan ignorantes de la verdad.
—¿Y qué pretendéis?
—Miguel es el único con suficiente poder para acabar con él.— Comenta Gabriel.—Pero el código sagrado prohíbe matar a uno de los hermanos sin una causa justa.
