42 || Muerte de lo ya muerto ||

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Sigo subiendo, con la mano tapando mi rostro, no puedo creer lo que he visto, cuando llego a la próxima ventana, aun sin poder creerlo, vuelvo a mirar, siguen ahí.

—Joder...—Musito.

¿Qué hago? ¿Salir corriendo a verles? ¿Llamar a Miguel? ¿A María? De nada serviría, ellos se han... 

¿Por qué? Parecían chicos felices, eran los únicos que me aceptaban en ese mierda de instituto.

Avanzo escaleras arriba tratando de recuperar la normalidad, pensar con la mente fría es lo mejor para estos casos.

Pero...

¡Tengo que decírselo a alguien!

Decido retroceder cuando Petter está justo detrás de mi, me choco contra su pecho.

Su cuerpo es como el de un esqueleto envuelto tan solo por una fina capa de piel, está extremadamente delgado.

—Señorita, deje a los muertos tranquilos y siga con su trabajo, el señor Delacroix le ha pedido un baño. 

—Lo..Lo sé, pero...—Señalo a la ventana.—Son mis amigos.

—Aquí nadie es amigo de nadie, joven Sara.

Suspiro.

—Ya pero, me duele que hayan...

—¿Muerto? Ya estaban muertos.

Me quedo en shock.

Es verdad.

—¿Cómo se muere lo ya muerto? 

—Los hermanos Gutierrez se niegan a encarnar, por eso están aquí, son chicos depresivos por naturaleza, el incendio y la forma en la que murieron les dejó muy marcados. 

—¿Sabe usted por qué no ascendieron al cielo después de morir? 

—Mataban gatos, eran bastante sádicos y extraños, los sometían a torturas muy...—Hace un gesto de desagrado.—Mejor no recordarlo.

—¿Gatos? ¡Pobres animalitos!

—Por eso su castigo es reencarnar siendo gatos, gatos que morirán de una forma más cruel de las que murieron todos los que pasaron por sus manos, obviamente, se han negado.

—¿Y ahora? 

—Pues ahí están, colgando del árbol, como dos tontos.

Veo como uno de los dos comienza a moverse, se quita la soga explicándole al otro que no funciona, entonces se tira al suelo mientras el otro hermano viene como una motosierra.

—¡Por todos los santos!—Me tapo los ojos con las manos, se oyen gritos y el sonido de ese motor horrible.

Petter se ríe a carcajadas.

—Son entretenidos, la verdad.

—¿Entretenidos? ¿Se la pasan así? Pero....¿no les pasa nada? 

—No son más que energía, Sara, la energía no se destruye, se transforma, solo un ser superior puede hacerles desaparecer, algo así como un ángel o un demonio.

—Resumiendo, un alma humana solo puede provocar dolor a otra alma humana, pero no hacerla desaparecer ¿no? 

—Así es.

Abro los dedos viendo por estos como todo el césped está lleno de sangre, Luis espera con la motosierra en la mano, Alberto desaparece en un halo de luz que se recompone en su forma física normal.

Ángel Caído✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora