19 || Rebeldía ||

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Paso por el borde de la piscina, con un caminar rápido, voy dando sollozos, estoy llorando, mis ojos se ven rojizos a causa de las lágrimas que me arden de la rabia que siento en mi interior, ¿en qué estaba pensando?

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Paso por el borde de la piscina, con un caminar rápido, voy dando sollozos, estoy llorando, mis ojos se ven rojizos a causa de las lágrimas que me arden de la rabia que siento en mi interior, ¿en qué estaba pensando?

—¡Iros a la mierda!—Les grito a los alumnos que me miran y cuchichean entre risas, creen que estoy así porque Miguel me ha castigado.

Ese imbécil, se va a enterar de lo que vale un coño despechado.

—¿Pero qué le pasa?...yo creo que está poseída...—Les oigo decir mientras me pongo la ropa por encima a pesar de estar echa una mierda y salgo a toda prisa hacia los baños.

—Sara.—Su voz me hace rugir de la rabia, aprieto los puños caminando con más rapidez.—Sara, te estoy llamando, no puedes irte de mi clase así sin más.

—¿Que no puedo? Pues creo que ya lo he hecho.—Mascullo cerrándole la puerta en las narices.

Una vez dentro del baño me deshago de toda la ropa, tirándola a mala leche sobre uno de los lavabos, abro el grifo de una de las duchas y me meto dentro, el agua caliente por mi cabello me ayuda a tranquilizarme.

Oigo la puerta abrirse y grito de la rabia, no creo que pueda ser tan arrogante y creerse tan poderoso como para ser capaz de violar mi intimidad.

—¡Déjame en paz! ¡Estoy en un momento intimo!—Chillo desde el interior de la ducha.

Le escucho acercarse.

—Yo también lo estaba y poco te importó.

Me quedo callada.

Tiene razón.

—No es lo mismo.—Rechisto.

—Si lo es.

—Que me dejes, feo, que eres muy feo.

—Sara....¿cuántos años tienes? ¿cuatro?

No puedo más.

Abro la puerta y le disparo con el chorro del agua en toda la cara, cuando me canso, le observo de brazos cruzados, con la misma expresión de malfollado de siempre , a pesar de que ya no lo está, porque yo follo bien.

—Déjame.—Insto.

—No.—Niega, dando un paso hacia delante, yo retrocedo.

—Déjame.—Repito, con menos fuerza.

—No.—Vuelve a negarse, entrando conmigo a la ducha, para cerrar la puerta detrás de nosotros.

—Déja.. déjame, por favor.—Agacho la cabeza, suplicandoselo.

Él toma mi mentón y lo levanta, viendo mis ojos llorosos.

—No.—Repite, en un tono más suave.— ¿Por qué me has pegado?

Ángel Caído✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora