46 || Justicia ||

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—¡No la toques!—Chilla María a mi espalda, me detengo. 

—¿Por qué?

—Yo lo hice una vez y salieron montones de espinas por todos lados que se me empezaron a clavar y...dolió mucho.—Muestra disgusto. 

Ruedo los ojos.

—Parece mentira que una mujer como tú tenga miedo a eso.

Mis dedos acarician uno de los pétalos, ella observa curiosa desde detrás de mi espalda, usándome de escudo.

La cerradura emerge del interior de la rosa, tomo la llave y la introduzco, girándola lentamente. 

Comienzan a oírse varios ''claps'', como si un mecanismo de engranajes se estuviese poniendo en marcha. 

De entre los rosales emergen cuatro tumbas, en sus interiores, descansan los cuerpos que supongo pertenecen a los jinetes, todos vestidos como reyes.

Nos acercamos muy despacio, temerosas, preguntándonos ¿y ahora qué? 

El relinche de un caballo seguido del galope de otros se escucha acercándose, entonces, uno de ellos abre los ojos, grito asustada, provocando que María imite mi gesto. 

Las tumbas se abren y estos se levantan como si acabasen de despertar de un letargo sueño.

—Sara.—Murmura María a mi espalda.—Si van a impartir justicia, van a matarme, algo que no  me importa, pero que no sea antes de terminar esta guerra, y haberte protegido.

—Está bien, volvamos.— Digo, alejándome lentamente, junto a ella, entonces la cabeza de uno de ellos se gira hacia nosotros, sus rostros dan mucho miedo, a penas tienen piel, y sus ojos humean una niebla blanquecina.

—Justicia.—Murmura uno de ellos a lo que mascullo un gran ''mierda'' y salgo corriendo junto a María.

—Joder, no paramos de cagarla.—Chillo, persiguiéndola.

—¡Conduzcámoslos hacia Lucifer! ¡Seguro que se olvidan de mi!

—¿Tú crees? 

—¿Se te ocurre algo mejor? 

Los caballos nos sobrepasan, acorralándonos, corremos en dirección contraria, notando como sus espadas cortan el viento.

—¡Justicia!

—¿No saben decir otra cosa? —Grito escurriéndome ente un montón de escombros tras la explosión de la mansión.—¿Seguirán allí abajo?

—Pues creo que...

Cientos de muertos nos observan de frente, a algunos se les está cayendo la lengua, o algún que otro ojo.

—María...estamos acorraladas...

Ángel Caído✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora