10: Descubrimiento

22.8K 3.2K 450
                                    

Dedicado a Books_IK que es una ternurita. Gracias siempre por tus mensajes tan lindos, aquí y en Instagram, así como por seguir mis historias como lo haces. Espero que lo disfrutesssss.

Mis ojos azules se encontraron los suyos, siempre tan verdes, tan brillantes, tan coloridos y llenos de vida

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mis ojos azules se encontraron los suyos, siempre tan verdes, tan brillantes, tan coloridos y llenos de vida. Todo a mi alrededor se iluminó, y llevé las manos a mis mejillas de la emoción.

—¡Tía Cata!

—La misma que viste y calza.

Sin importarme lo demás, salí de mi puesto de trabajo para poder abrazarla como aquel reencuentro lo merecía. Había pasado mucho tiempo sin verla. Ahora a ella le había dado por viajar. No solo pasó tres años recorriendo América —desde Argentina hasta Alaska en una van—, sino que después compró un boleto para Vietnam y recorrió el sudeste asiático durante dos años más.

Todo el mundo bromeaba diciéndole que se había ganado la lotería en secreto, pero no era así. Ella costeaba sus recorridos con pequeños trabajos que iba consiguiendo en el trayecto.

—Te extrañé tanto —murmuré, mientras ella me apretaba entre sus brazos.

Quería a mis tías Teresa y Cata por igual, a pesar de que por diferentes motivos, ambas se odiaran en la actualidad.

El resumen: Diego y Cata fueron novios durante un tiempo, pero en el proceso, él y Teresa empezaron a enamorarse. Todo mal. ¿Lo peor? Teresa, Cata y mamá eran muy buenas amigas, y su relación terminó fracturada. Al final Diego dejó a Cata para ser novio de Teresa, y aunque mamá y Aslan estuvieron en desacuerdo, con el paso de los meses, no les quedó de otra más que terminar de aceptarlo. El resultado: tía Cata se alejó del grupo. A veces visitaba a mamá, pero nada como antes.

No podía juzgarla, era una situación complicada. Habían pasado años desde eso, y todos sabíamos que a ella todavía le afectaba.

—¿Nos sentamos? —preguntó—. Te compré unas cositas hermosas, la mayoría las dejaré en tu casa más tarde, cuando pase a ver a tu mamá. ¿Sabes si Teresa estará? Porque no quisiera...

—No —la interrumpí, sabiendo que esta situación le incomodaba lo suficiente—. Por lo general, pasa los fines de semana con...

Dejé de hablar. Demonios. No sabía si mencionar a Bruno, el hijo de Tere y Diego. De todas maneras, tía Cata lo sabía, pero no quería lastimarla con la mención. ¡Qué situación tan complicada!

—Belén, estás en horario de trabajo. No puedes dejar tu puesto. —Mi supervisora, Sofía, se acercó a nosotras y me dedicó una mirada de pocos amigos.

Sabía que yo no le caía del todo bien por dos motivos fundamentales: Diego le imponía a ella que debía tenerme en el Café cuando él le indicara, y porque cualquier cosa que ella hiciera mal, yo se la reportaría a él. Sofía no disimulaba que me quería lejos del Café Porteño, y yo no ocultaba que podía verterle leche caliente en sus zapatos si me provocaba demasiado.

—Por hoy haremos una excepción —pronunció mi tía Cata, de manera solemne—, porque: número uno, no tienes casi clientes hoy, y número dos, Belén es como una reliquia para esta cafetería. Si ella se quiere tomar cinco minutos para hablar con su familia, entonces se los tomará.

Sofía se cruzó de brazos.

—¿Y usted quién es?

—La persona que gerenció este Café y otras franquicias de Diego durante bastante tiempo —contestó tía Cata con simpleza, enarcando una ceja—. Si todavía te molesta, llama a tu jefe y dile que Belén se tomó cinco minutos para hablar con Catalina. Créeme por todos los dioses de la vía láctea que Diego no pondrá queja alguna. ¿Capisce?

A Sofía no le quedó otra opción más que retirarse indignada y humillada, sobre todo cuando le dediqué una sonrisa triunfal.

Mi tía y yo nos sentamos en una de las mesas vacías. Procedió a relatarme cómo le fue en su viaje, qué cosas nuevas aprendió, cuántas personas conoció, y mucho más. Me regaló un collar de cuero negro con un cuarzo tallado en forma de bambú como colgante.

—Traje dos idénticos —dijo—, uno para ti y otro para tu mejor amigo. ¿Cuál era su nombre? ¿Antonio?

—Andrés. —Rodé los ojos sin poder creer como, aunque yo intentara no recordarlo, siempre se colaba en mis conversaciones—. Ya no somos tan amigos.

—¿Sigue siendo tu vecino, no?

—Sí.

—Entonces entrégaselo de mi parte. Lo compré pensando en él, y es de mal gusto regalárselo a alguien más.

Tía Cata me ayudó a ponerme mi collar, y guardé el de Andrés en mi bolsillo. Podía simplemente esconderlo para el resto de la vida, de todas formas él no se iba a enterar jamás que mi tía le había traído un regalo.

Tal pensamiento solo duró un segundo porque mi lado tonto y bonachón salió al relucir y supe que, aunque me quemara de vergüenza, terminaría tocando la puerta de los Amato y entregándole el pequeño cuarzo a Andrés.

Hablé con mi tía sobre un par de temas variados más, hasta que por alguna razón ella mencionó a mi papá.

Y algo se iluminó dentro de mi cabecita.

—Tía, sé que tú eres la persona indicada para ayudarme.

Ella resopló.

—¿Qué me vas a pedir, criatura de Satanás?

—Conoces a mamá desde hace muchos años, te sabes su historia.

—Ajá. —Entornó los ojos, mirándome con sospecha.

—¿Puedes hablarme de mi papá?

Tía Cata frunció los labios.

—¿Qué necesitas saber sobre Aslan? No es que sea un hombre muy complejo o interesante.

—No, no Aslan. Mi padre biológico.

—¿Jorge? —Su rostro se contorsionó como si le hubiera dado asco pronunciar su nombre—. ¿Por qué demonios quisieras saber más sobre ese desg...? —Pausó, examinó mi rostro con cautela y luego suspiró, negando con la cabeza—. ¿Primavera sigue sin contarte nada? ¿A estas alturas?

—Sí —confesé con resignación—. Tú siempre has sido mi amiga y aliada, nunca me has mentido. Por eso esperaba que pudieras darme respuestas, tía.

Ella se mostró dubitativa, evaluando en extremo mi petición y quizás imaginando las repercusiones que sus palabras podrían tener en su amistad con mamá. Mordió el piercing de su labio inferior y tamborileó los dedos en la mesa, aumentando la tensión entre nosotras.

No sabía porqué mi corazón se había acelerado de manera repentina, ni en qué momento un nudo se formó en mi estómago.

Por lo menos ya había descubierto algo importante: mi papá se llamaba Jorge.

—De acuerdo, Belén —dijo, finalmente—. ¿Qué quieres saber?

---------


Bueno, no olvidemos que esta historia es sobre dramas familiares. 

¿Qué creen que le cuente Cata a Belén? ¿Ella le dará el collar a Andrés? ¿Qué pasa con Franco? ¿Por qué Prim no le dice nada a Belu? ¿Qué pasó hace tiempo entre Belén y Andrés? ¿CUÁNDO SE VA A RESPONDER TODO? 

¿Qué les va pareciendo todo? 

Como siempre, gracias por leer hasta acá. Recuerden dejar su votito si les gustó, y recomendar la historia a sus amigos si les gusta mucho. ❤


Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora