45: Arrepentimiento

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Dedicado a Mitz_FLmin por el apoyo. Espero que lo disfrutes, linda♥

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Pasé toda la semana en tensión.

El día después de mi castigo —y de que comprara los boletos para Rosario—, llamé a mi abuelo para pedirle su dirección. No charlamos por más de dos minutos porque al parecer él tenía algo que hacer.

El miércoles me puse de acuerdo con Arantxa: ella sería mi coartada. Yo les diría a mis padres que iría a casa de mi amiga a estudiar —sabía que estaba castigada y no me dejarían, así que me tocaría escaparme—, y la misión de mi amiga era responder el teléfono de su casa en caso de que mis papás intentaran llamar. Si preguntaban por mí, ella les saldría con alguna excusa como que yo estaba dormida o en el baño.

Con Andrés hablaba todos los días por el chat de Facebook, que era más práctico que el correo electrónico.

En cuanto a mis padres... No hablamos mucho durante la semana. Hacían visitas aleatorias a mi habitación para verificar que yo estuviera estudiando todas las tardes, y ver la ventana de Andrés cerrada siempre les tranquilizaba un poco —él la abría después de las once de la noche para despedirse de mí con un simple gesto de mano y una sonrisa—.

Papá estuvo más serio y evitó hacer preguntas. Mamá, en cambio, procesó todos los acontecimientos, se calmó, y una tarde entró a mi habitación y me interrogó sobre Andrés para cerrar con un: «sabes que Aslan y yo le tenemos aprecio a Andresito, lo vimos crecer. Solo tómense las cosas con calma.»

Cuando llegó la tarde del viernes, pensé que mi corazón estaría a punto de salirse.

Era momento de poner a prueba mi plan de escape.

Le escribí por Facebook a Arantxa para que se preparara, y a Andrés para que me esperara en una estación de subte cercana.

Mamá y Augusto no estaban en casa, y sabía que papá llegaría pronto, por lo que me apresuré en terminar mi pequeño equipaje. Cuando supe que tenía todo listo y me dispuse a salir del departamento, Aslan entró. Casi como si estuviera esperando atraparme.

Me miró de arriba abajo notando que estaba vestida, peinada, y un poco maquillada. Señaló mi mochila y enarcó una ceja.

—¿A dónde ibas? —demandó, cerrando la puerta detrás de él.

Voy a casa de Arantxa a estudiar, pensé que se los había comentado —mentí.

—No, no lo hiciste. Si nos hubieras pedido permiso para salir hoy, tu madre y yo te lo hubiéramos negado. ¿Ibas a escaparte?

Me crucé de brazos, sintiéndome a la defensiva. Él hizo lo mismo.

—Ustedes no me dejan otra opción. —Suspiré, y traté de añadirle un poco de drama—. ¿Hasta cuándo va a durar este castigo absurdo? No entiendo qué tiene de malo salir estudiar con mis amigas. Además, ya me he perdido dos ensayos del grupo coreográfico por culpa de ustedes.

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora