31: Sin ella

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Dedicado a Agossgaray, por todo el apoyo. Espero que lo disfrutes, peque❤

(El día de los alfajores, parte 2 - Sin ella)

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(El día de los alfajores, parte 2 - Sin ella)

5 AÑOS ANTES

Alfajores.

Sus labios sabían a alfajores.

Degusté de inmediato la esencia del chocolate en la comisura de sus labios, el dulce de leche en su lengua, y me climaticé con la calidez de su aliento entremezclándose con el mío. Mis manos acariciaron sus caderas con mayor confianza, buscando grabar hasta los poros de su piel. Mis orejas ardían ante los nervios, pero ya mis impulsos eran indetenibles.

No sabía lo que hacía, pero me gustaba. Me gustaba ella. La deseaba a ella.

Belén detuvo el beso y dio un paso hacia atrás.

—Eso fue... raro —mencionó, y después soltó una risa infantil.

«Raro».

No fue placentero, divertido, grato, fabuloso, o satisfactorio. Ella lo encontró «raro».

—¿No te gustó?

—Creo que la idea era que metieras tu lengua en mi boca, no que me lamieras la cara como si fueras un Golden Retriever.

No sé con qué intención lo dijo, pero no pude hacer otra cosa más que sentirme avergonzado. De por sí yo era un perdedor en el colegio, un debilucho al cual mi mejor amiga defendía siendo incluso menor que yo... Y ahora ni siquiera podía besar bien a una chica.

—Podemos hacerlo otra vez —sugerí—. Quizá nos sale mejor.

—No lo creo, además la idea era... —dejó de hablar y llevó ambas manos a su boca, abriendo los ojos de forma exagerada y mirando algo que no era mi rostro. Mis mejillas comenzaron a calentarse cuando me di cuenta qué era lo que estaba mirando—. ¿Qué es eso? No me digas que...

Sin saber si era razonable o no, lo único que me invadió fue un sentimiento de bochorno. Me apresuré a llegar a mi cama de nuevo, de donde agarré una almohada y cubrí mi entrepierna. Aquel tenía que ser el momento más embarazoso de toda mi existencia.

—Oh por Dios —dijo, incrédula y divertida—. ¡Por Dios, por Dios, por Dios! ¿Acabas de tener una erección? Esto es tan emocionante. ¿Qué se siente?

—¿Podrías dejar de hacerme sentir peor? —pedí con exasperación, apretando la almohada con molestia.

Cerré los ojos e intenté pensar en mi nonna a ver si así perdía la erección, pero no funcionaba.

Comenzaba a desesperarme, y la tonta emoción de Belén no me ayudaba en lo absoluto.

—¿Podría verl...? No, mejor no. No quiero ver tu cosita —mencionó, luego se mantuvo pensativa—. ¿Eso quiere decir que yo te gusto?

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora