08: Incorrecto

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Dedicado a SKPhanini, por todo el apoyo, los lindos comentarios, y porque leo tu user como "panini" y me da hambre siempre, jaja. Es broma. Que lo disfrutes, linda❤

¿Es posible que todo pase cuando nada pasa?

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¿Es posible que todo pase cuando nada pasa?

Sacudí la cabeza para despejar mis pensamientos y concentrarme en lo que me estaba contando Arantxa. Creí entender que se había vuelto a pelear con su novio, aunque conociéndola, seguro se reconciliarían en la mañana. Al mismo tiempo, otra de mis amigas, Zarina, intentaba llamar mi atención haciéndome un gesto poco discreto y señalando a Franco, que había asistido a mi fiesta.

Quizá no era la mejor fiesta de todas, pero fue lo mejor que pude organizar dentro de mi casa.

Mamá me dijo que podía invitar a un máximo de quince amigos, porque según ella, quince era un número más que suficiente de amistades. ¿Hola? Eso solo evidenciaba que mamá nunca tuvo muchos amigos en su juventud. A lo mejor yo no era la reina del colegio, pero sí era muy sociable y casi todos me conocían. Tener que escoger solo a quince personas fue algo muy difícil.

Primero empecé con mis mejores amigas: Arantxa y Zarina.

Luego con mis no-tan-amigas-pero-nos-llevábamos-re-bien: ocho chicas de mi curso, con quienes además había ganado un concurso de baile del colegio.

Por último, cinco chicos. En realidad solo quería invitar a uno: Franco. Pero él siempre andaba con sus cuatro mejores amigos, así que tuve que invitarlos en combo.

Mamá nos compró cervezas a todos. Ella no era partidaria que los menores de edad bebiéramos, no obstante, me dijo que beber cerveza bajo su supervisión no era malo.

—No ha dejado de mirarte desde que llegó —comentó Zari, con una sonrisa llena de emoción—. Me huele a que hoy te dará un beso de cumpleaños.

Lo que mis amigas no sabían era que Franco y yo ya nos habíamos besado. Solo que no me gustaba compartir todos los detalles íntimos de mi vida. No tenía nada en contra de ellas, solo que no quería compartir con nadie lo que me estaba sucediendo con él hasta que tuviéramos algo más estable.

—Y aunque no lo haga, me parece muy tierno que haya venido hoy —añadió Arantxa.

—Muchísimo —asintió Zari—. Hace rato lo vi hablando con la señora Primavera.

—Buscando puntos con su futura suegra. Una movida inteligente, me encanta.

—Debería acercarse a Belén de una buena vez.

—Tus plegarias fueron escuchadas. —Arantxa le dedicó una seña disimulada a Zarina para que cerrara el pico, y me dio un codazo suave para que volviera a la realidad.

Franco llegó a nuestro lado.

A pesar de que las luces permanecían un poco tenues, sus ojos color cielo destellaron como un milagro a la vista. No era mucho más alto que yo, pero lo suficiente para tener que ponerme de puntillas cuando quería que nuestros labios se tocasen. Su cabello era una maraña rubia de distintos tonos, que caía por su frente de una forma tan espectacular que podía fácilmente ser modelo de un comercial televisivo.

—Hola, chicas —nos saludó, sacando a relucir una sonrisa carismática, capaz de robar los suspiros de cualquier persona del sexo femenino.

Mis dos amigas se rieron de manera atontada.

—¿La estás pasando bien? —le pregunté.

No había hablado demasiado con él desde que llegó porque quería turnarme por grupos y así compartir con todos. Además, no quería que mi papá sospechara de la química que había entre ambos, dado que sabía que era capaz de arruinarlo todo en un abrir y cerrar de ojos.

—Claro —respondió—. Aunque es raro que tus papás estén en la sala también. ¿A qué hora se irán a dormir?

Enarqué una ceja sabiendo hacia dónde se dirigía su pregunta. Mis amigas, en cambio, parecieron perderse la conversación sin palabras que Franco y yo estábamos teniendo con la mirada.

—No creo que pronto.

Entonces, todo sucedió en un par de segundos.

De una manera muy sutil, la mano de Franco se posó en la parte baja de mi espalda. Era un gesto pequeño pero que implicaba cercanía, que evidenciaba que no solo nos conocíamos, que no solo éramos compañeros de curso. No hubo timidez ni incomodidad. Su mano en la parte baja de mi espalda demostraba que éramos algo más, y que él tenía la confianza suficiente para tocar mi cuerpo, porque ya lo había tocado antes.

Temí que papá se percatara de aquello, así que me separé de inmediato.

En ese instante, sentí una energía extraña, esa incómoda sensación de que estaba siendo observada. Sin demora, mi mirada se encontró con la de otra persona que no se había perdido la pequeña pero significativa acción de Franco.

Andrés.

Él continuaba en la casa, charlando tranquilamente con mamá en la esquina de la sala. Aun así, sus ojos achocolatados realizaron el trayecto de mi baja espalda hasta mi rostro, diciéndome sin palabras que él lo había visto.

Y por primera vez desde que había comenzado a verme con Franco, sentí que había algo equivocado, algo incorrecto con su piel rozando la mía. Me sentí culpable. Y tal sensación solo empeoró cuando unos minutos después, noté cómo Andrés se despedía de mis padres.

Sí, a pesar de que papá casi se ahoga al imaginarlo como mi novio, en el fondo le caía bien Andrés. Solo que lo quería a tres metros de distancia de mí, como al resto de los chicos de mi edad.

—¿Me regalas un segundo? —le dije a Franco, quien había tomado parte en la conversación con Arantxa y Zarina.

Él asintió, y mis amigas me miraron con un gran «¿qué estás haciendo?» en sus rostros.

Por fortuna logré alcanzar a mi vecino y ex mejor amigo en el pasillo fuera de mi departamento, con las llaves de su casa entre las manos.

—¿Andrés? —lo llamé, entrecerrando la puerta detrás de mí.

Se volteó con lentitud y no mostró ninguna emoción en su rostro. Solo esperó a que hablara. ¿El resultado? Un silencio eterno y sepulcral.

No sabía qué decirle. No sabía porqué me sentía culpable. No sabía cómo reaccionar.

—¿Ya te vas? —inquirí, sintiéndome tonta al formular una pregunta tan estúpida.

—Estoy iniciando un modo de vida que implica no responderle a otros de manera cortante, cínica, sarcástica, o simplemente ácida. Pero con esa pregunta me la estás poniendo difícil.

—Gracias por venir. Espero que la hayas pasado bien.

—La pasé increíble —respondió, y pude identificar la contradicción en su tono de voz—. Como siempre.

—Andrés... —pronuncié de nuevo su nombre sin saber qué demonios quería decirle ahora.

—Feliz cumpleaños, Belu.

Suspiró y continuó con su trayecto, sin mirar atrás.


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El cerebro de ustedes en estos momentos: lkjhfnrueiwoqpaoikjdhnbmwpx #KESTAPASANDA. Sé que no entienden qué demonios hay entre esos dos, pero ya cada conversación tendrá sentido.  

Recuerden darle click a la estrellita si les gustó. Y si comentan los amaré muchísimo más. ❤ Nos leemos prontito. ¡Gracias siempre por darle una oportunidad a esta historia!


Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora