18: Malas noticias

21.7K 3K 491
                                    

Y este va dedicado aaaa havanashxwn. Que lo disfrutes, chiqui.❤

Era demasiado olvidadiza para mi propio bien

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Era demasiado olvidadiza para mi propio bien.

Entre tanta conmoción debido a mi despido el fin de semana pasado, así como el saber nuevas cosas sobre mamá, o los números de teléfono que me consiguió Andrés, olvidé por completo entregarle a él el collar que le envió la tía Cata.

Habíamos pasado varios días sin vernos. Sus persianas se mantenían cerradas desde el sábado, y ya estábamos a miércoles. Miércoles. Por si fuera poco, no nos habíamos topado en el pasillo aun cuando yo sabía que sus clases empezaban tan temprano como las mías. A veces pensaba que quizá yo había dicho algo incorrecto, pero después de nuestra conversación por teléfono él me había sonreído, me había tratado bien. Lo conocía lo suficiente —al menos creía hacerlo todavía— como para intuir que todo estaba bien. ¿Entonces por qué parecía evitarme?

A lo mejor no debía darle importancia. Haber hablado por teléfono por una hora y recibir su ayuda no significaba que éramos amigos otra vez, ¿cierto? No podíamos borrar cinco años de distancia con solo una torpe conversación.

El problema de nuestra charla del sábado fue que me hizo darme cuenta de algo importante.

Lo extrañaba.

Echaba de menos a mi mejor amigo. A pesar de que pasamos cinco años alejados, todavía se sentía bien hablar con Andrés. Y sí, tenía a Arantxa y a Zarina, pero por alguna razón mi relación con ellas no se comparaba al nivel de libertad que sentía cuando conversaba con Andrés. Cuando conversábamos de verdad, como lo habíamos hecho el sábado.

Y por ese motivo, me encontraba ahora frente a la puerta de los Amato dispuesta a ser la persona madura de esta relación, y decidida a recuperar a mi mejor amigo.

Por supuesto que a él no le diría eso. Yo me había armado todo un plan.

El objetivo: visitar a Andrés.

La excusa: entregarle el collar que le había comprado la tía Cata.

La estrategia: primero, me encargué de enviarle un mensaje de texto para avisarle que lo visitaría. Segundo, entregarle el regalo. Tercero, de forma muy casual le pediría consejos sobre cómo abordar por teléfono a mi abuelo —si es que daba con él—. Cuarto y último, le preguntaría a él por la universidad. Y así, un paso a la vez, volveríamos a ser los amigos de siempre.

Sonaba como un excelente plan.

Toqué el timbre, mordiendo el interior de mis mejillas. Habría mordido mis labios para calmar los nervios, pero me había aplicado un poco de labial —casi imperceptible—. No sabía porqué, pero quería estar presentable y bonita.

Todavía tenía puesto el uniforme escolar —también parte del plan—. Todo tenía que lucir casual, despreocupado, cotidiano. Él no tendría porqué saber que yo tenía tres días ideando cómo demonios recuperar su amistad.

La puerta se abrió, y lamenté que no fuera Andrés. Era su madre, y aunque la conocía desde hacía años y nos teníamos confianza, en aquel momento me sentí nerviosa, con ganas de que me quisiera más de lo que alguna vez había hecho.

—Hola, señora Pía —dije rápidamente—. Lamento tanto molestarla en una tarde primaveral tan linda como esta, pero quería saber si por casualidad Andrés está en casa. No me malinterprete, solo que mi tía Cata me mandó un regalo para él hace ya varios días y he olvidado dárselo, y como ha tenido la ventana cerrada desde el sábado, quería saber si estaba bien. Perdón, no quiero saber si está bien, solo quería comunicarme con él. Bueno, obviamente es importante que él esté bien. Usted me entiende. Es solo que tengo este collarcito y siento que después-

—Belén, habla más despacio, no entendí nada —respondió la señora Pía—. Andrés no está, así que no hay necesidad de que te pongas nerviosa, cariño.

Cuando ella me guiñó un ojo con cierta picardía, sentí cómo la sangre se me subió a las mejillas.

—No, no. No estoy nerviosa. Andrés no me pone nerviosa. Solamente vine a traerle algo que le mandaron a él a través de mí. Yo no se lo compré, se lo juro. Es un regalo de mi tía Cata.

Esa tarde, la señora Pía traía su cabello al natural —lo cual era raro en ella—, solo que recogido en una cola de caballo. Vestía ropa deportiva que se le adhería bastante al cuerpo, destacando sus curvas. Y un labial púrpura que le hacía lucir como una madre sensual.

—¿Te gustaría esperar a Andrés para que le entregues el regalo tú misma? —preguntó, abriendo la puerta por completo.

—No hace falta, puedo dejárselo con usted —contesté, resignada.

Esperar a Andrés dentro de su casa era algo muy invasivo. Por eso le había enviado un mensaje de texto antes, para que estuviera allí. ¿Y si en realidad sí me estaba evitando?

Mi plan había fracasado.

—Mi intuición de madre me dice que a él le gustará mucho que se lo entregues tú. —Me dedicó una sonrisa extraña que no supe cómo interpretar.

—De verdad, señora Pía, no quisiera molest...

—¿Ya almorzaste? —me interrumpió, tomando mi mano y obligándome a entrar a su departamento— Nosotros almorzaremos en pocos minutos, Andrés debe estar por llegar. Hoy tenía una clase recuperativa de Matemática, pero ya debería estar cerca. Mi pobre chiquito pasó todos estos días encerrado para un examen que tuvo ayer. A veces lo noto un poco desmotivado, a lo mejor tú podrías hablar con él.

¿Andrés desmotivado? Pero si a él siempre le había fascinado la física. Estaba estudiando la carrera de sus sueños. ¿Por qué estaría desmotivado? ¿Por qué la señora Pía creía que él se abriría conmigo de nuevo? Sí, era mi objetivo, pero sabía que me tomaría tiempo.

Cuando llegamos a la sala del departamento, quedé perpleja con lo que encontré. Sin dudas la señora Pía conocía bien a su hijo y por eso me insistió con quedarme a almorzar, porque ella sabía que cuando él llegara, iba a necesitar apoyo.

Por mi parte, tenía que advertirle a Andrés que no viniera, que aquí solo le esperaban malas noticias.






Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora