28: Nerviosa

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Dedicado a yermalis-03. Espero que lo disfrutes, chiqui.❤❤

—Nada, yo no dije nada —mentí

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—Nada, yo no dije nada —mentí. Él soltó una corta carcajada llena de victoria, mientras yo me revolcaba en la vergüenza.

Me acerqué al tablero de botones y los pulsé todos, creyendo que eso marcaría alguna diferencia. Incluso intenté tocar el botón del portero, pero los sábados no teníamos portero. ¡Demonios! Opté por gritar un par de veces, esperando que alguien nos escuchara, más el esfuerzo fue inútil.

—No te preocupes —comentó Andrés, en un estado de serenidad envidiable—. La falla eléctrica no debería durar más de una hora, y si lo hace, es probable que alguien termine sacándonos del elevador al final del día.

—¿Y si esta cosa se cae a toda velocidad, se estrella, y nos morimos? —Mi imaginación empezó a jugarme en contra, inventando, incluso, titulares absurdos de periódicos y nuestros obituarios.

—Al menos no habremos muerto siendo vírgenes.

—Esto es muy serio, Andrés.

Eso le hizo reír de nuevo. Yo no le encontré el chiste.

—No estoy diciendo que no sea serio.

—¿Entonces por qué te ríes?

—Porque a veces pienso cosas muy graciosas. —Se encogió de hombros.

Me alegra que nuestra muerte te parezca algo gracioso.

Me recosté del espejo, conservando una distancia prudencial de él y sin saber cómo lidiar ahora con lo que yo misma le había dicho. Quizá podía fingir que yo no le había aconsejado nada, podía quedarme callada y tranquila, esperando a que abrieran el elevador, y así llegar a mi cálida y hermosa casa.

Sí, haría eso.

Andrés bajó el cierre de su chaqueta y se la empezó a quitar con lentitud. Su rostro reflejó la incomodidad de tener puesta ropa húmeda. Por un segundo deseé que se quitara su camisa también, pero de inmediato censuré ese pensamiento. No podía imaginar a Andrés sin camisa, era mi amigo de la infancia, la persona cuya amistad ansiaba recuperar.

Y a quien le dije que podía robarme un beso. ¿Qué demonios había pasado por mi cabeza cuando hice eso?

Su camisa de cuadros estaba empapada también, por lo que se le adhería al cuerpo. Andrés no era atlético, ni un poquito. Era delgado, alto, y de espalda ancha, pero no era un chico de músculos definidos o abdominales marcados. Y, a decir verdad, así me gustaba más.

Los chicos. Los chicos me gustaban más así, no Andrés. Andrés no me gustaba.

Pareció aliviado cuando dejó caer su chaqueta al suelo.

Una sonrisa por alfajores © ✓ | (Watty 2019)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora