5. Doble ración

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Julio, 2011.

Atravesaba la calle como ninguna otra mañana, corría feliz con la lengua fuera hacia mi destino, que como siempre, era el Bar Estrella.

—¡Mimi! —grité, escaneando a la velocidad de un rayo, todas las mesas de la terraza, por si la encontraba atendiendo en alguna de ellas.

—¡Mimi! —volví a gritar con más fuerza, entrando dentro del bar y encontrándola detrás de la barra.

No me importó el medio metro aproximado que medía la barra, me lancé sin que la barra fuese un obstáculo hacia su cuello, y me enganché a ella.

—¡Mimi! —repetía entre carcajadas, dejando besos por toda su cara.

—¿Miriam qué te has tomado? —preguntaba ella sorprendida, pero sonriente, por verme eufórica de felicidad.

—¡Mimi te necesito!

—¿Qué? —dijo frunciendo el ceño.

Alucinó. Y mucho. Su cara se descompuso. Pero me atrevería a decir que sus ojos, brillaron más que nunca.

—¡Qué el hechizo ha funcionado Mimi! Te necesito para contestarle a Pablo —expliqué, mientras me bajaba de la barra, me tranquilizaba y sacaba mi teléfono.

—Ah, el hechizo —recordó, borrando la sonrisa de su boca y de sus ojos.

—¡Tu hechizo! ¡Mimi y a los tres días! ¡Todo como me dijiste! ¿No serás una bruja de verdad y me estarás ocultando tu sexto sentido no? —bromeé nerviosa, mientras metía la contraseña de desbloqueo.

—Voy a atender aquella mesa, y en dos minutos me lees lo que te ha puesto.

—Vale —. Sonreí complaciente.

Hola rubita, te echo de menos, ¿cómo es que todavía no han inventado la teletransportación? ¿O la máquina del tiempo?

Viajaría a Granada o haría que llegara septiembre, sólo para verte de nuevo.

¡Aquí que no venga eh! —exclamó, nada más terminé de leerle el mensaje.

—¡Mimi tía! —bufé dando un zapatazo en el suelo.

—Aquí, con una madrileña tenemos suficiente, no queremos a dos —bromeó, mientras preparaba un pedido.

—Venga, déjate de rollos, ¿qué opinas del mensaje? —hablé expectante.

Hmm escribe bien, tiene labia quiero decir, sabe lo que decirle a las chicas —opinó quedándose obnubilada en sus pensamientos, no sé si recordando lo que le habían pedido o analizando de nuevo el mensaje.

—¿¿En serio Mimi?? —exclamé, para sacarla de su ensimismamiento dando un chasquido con mis dedos en su cara. —Sé que Pablo habla y escribe bien, sólo quiero que me digas qué le puedo contestar.

—Pues... ¿qué lo verás en septiembre? —contestó con sarcasmo y un tono borde. —¡¡Yo qué coño sé Miriam!! ¿Tú ves que yo tenga novio, acaso? ¡Es que soy la menos indicada para aconsejarte, joder! —bufó,
yéndose hacia la terraza.

—¿Y a esta qué le pasa hoy? —murmuré para mí misma, saliendo de allí y dejándola con su mal humor entre las mesas del bar.

La bordería de Mimi no me iba a amargar el día. Estaba feliz. Pablo había reaccionado, estaba interesado en mí, y hablaba de septiembre y de un posible futuro. Así que, yo solita me puse manos a la obra y contesté al mensaje:

No veo el momento del crucero de fin de exámenes de septiembre, es como un sueño estar de viaje tú y yo, y el resto de nuestros amigos.

OLD DAYS (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora