13. Akelarre

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Era sábado.

Sábado de concierto.

Y mi cuerpo desde por la mañana lo sabía, porque me desvelé sobre las siete, y no fui capaz de volverme a dormir.

—Para un día que no madrugamos y te pones a dar vueltas en la cama —se quejaba Pablo.

—Estaba nerviosa.

—¡Ay que está nerviosa porque va a ver a Lola Índigo! —soltó Pablo.

Mi cara cambió de color.

Pero rápidamente disimulé, al ver que lo dijo con un tono de voz aguda, tratando de imitar a una niña, y se reía después de decir la frase.

—Cariño, deja ya lo de la clínica, para ser la primera semana no ha estado mal —me decía, creyendo que ese era el motivo de mi insomnio.

—Ya, pero no sé, le doy vueltas —dije, tragando despacio el yogurt que estaba desayunando.

   
                           * * *

Después de una hora, tres modelitos diferentes, y unos pocos zapatos esturreados por mi habitación, acabé casi cómo siempre: pantalón alto y pitillo negro, una camiseta básica de tirantes y una chaqueta gris con las solapas plateadas por si refrescaba luego.

Me perfumé, eché un vistazo rápido al bolso repasando lo esencial, y comprobé que seguía teniendo las entradas del Akelarre tour. Ese era el nombre que mi querida Mimi, había elegido para su disco y para la gira que la llevaría por un sin fin de provincias españolas, presentando sus canciones.

Recogí a mi hermana y a mi prima, que estaban igual de nerviosas que yo, pero al menos ellas, podían expresarlo a través de gritos, comentarios de psicópatas, y pellizcándose la una a la otra, entre risas.

Entramos al recinto, era bastante grande, se me da fatal este tipo de cálculos, pero podría haber cerca de tres mil personas.

Nos colocamos en un lateral que tenía buena visión del escenario, la mayoría de los asistentes eran chicas, que rondaban la mayoría de edad. Antes de que comenzara, me acerqué a la barra, por quitarme unos minutos de escuchar a Lucía y Ainhoa que me estaban poniendo más nerviosa, de lo que yo ya venía de serie.

Me pedí un tinto de verano, y di una vuelta por allí. La euforia y los nervios pre-concierto se respiraba en cada rincón, se reflejaban en miles de ojos expectantes, algunos entonaban el ya no quiero ná, o algún cántico popular tipo que empiece ya, o el público se va, un par de grupos ondeaban algunas banderas lgtb, y las chicas de las primeras filas preparaban una sorpresa alzando un par de pancartas dónde se leía Akelarre, que acompañaban con globos morados.

Miré el reloj, tres minutos para las diez.

Cosquilleo.

Volví al sitio con Lucía y Ainhoa que ya estaban al borde de un ataque de histeria, el cuál culminó su punto más alto, cuándo se apagaron las luces y en las pantallas del escenario se iluminó: Lola Índigo.

El show comenzaba.

Una música introductoria, sumado a todo un griterío colectivo e impaciente, hizo que se me pusiese la piel de gallina y hasta temblara.

Mi corazón galopaba a velocidad extrema esos segundos previos, es que, después de casi ocho años sin saber nada de ella, iba a ver a Mimi allí, encima de ese escenario, cantando y bailando, delante de miles de personas. Cuánto más lo pensaba, menos lo creía.

Aparecieron las cuatro chicas que la acompañaban, y por fin, tras un aumento considerable de los decibelios de los gritos: apareció ELLA.

Se mantuvo quieta, y con la cabeza baja, hasta que los primeros acordes de Mujer Bruja sonaron, entonces levantó su cabeza, mostrando su rostro a su público, y comenzó a moverse enloqueciendo al personal.

OLD DAYS (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora