—Necesito más Miri, es que ahora viene lo mejor —decía Lucía que se estaba quedando boquiabierta, con mi pasado.
—Lucía, estoy cansada, tenemos que montar las sillas que hemos comprado, preparar la cena y dormirnos pronto, que tú mañana tienes que ir al instituto y Pablo llegará temprano —le explicaba, mientras abría las cajas de las sillas nuevas y me disponía a leer las instrucciones de montaje.
—¡Jo! —se ofuscaba mi hermana cruzándose de brazos. —¡Vaya aburrimiento! Después de que te he acompañado a Ikea, y me quedo aquí, para que no duermas sola.
—Cenando te cuento el final de la historia, para que no me vuelvas a preguntar más ¿vale? —dije a modo de sentencia final.
—Pero ¿te enamoraste de ella? ¿y ella de ti?
—Lucía enamorar es una palabra demasiado grande, y un estado que necesita confirmarse con el tiempo. Tuvimos algo bonito ese verano, que ya sabes como empezó, pero te aviso, que como todo en esta vida, se terminó.
Septiembre, 2011.
Sabía que el día de mi marcha estaba cerca, es más, Mimi y yo habíamos hablado de eso en alguna que otra ocasión y una noche que estábamos en el banco de al lado de casa, volvió a salir el tema.
—Miriam, faltan tres días para que llegue septiembre ¿lo sabes? —me dijo mirando su reloj.
—Claro, no pienso en otra cosa últimamente —contesté encogiéndome de hombros y esbozando una mueca con la comisura de mis labios.
—En una semana, ya no estarás aquí, me dan ganas de llorar sólo de pensarlo —hablaba con una expresión de tristeza, frotándose sus ojos.
—Voy a volver en Navidad, se va a pasar en nada —decía yo, para autoconvencerme, ya de paso.
—Perdona, ¡pero yo voy a ir a verte antes de Navidad a Madrid!—me advertía cambiando de mood, levantándome su dedo. —¿Te imaginas que aguanto cuatro meses sin verte? ¡ni de coña vamos! —aseguraba, agarrando mi cara, y acercándome a ella
—En la semana que nos queda, todavía podemos hacer miles de cosas —hablé muy cerca de ella, rodeando su cintura.
—¿Me vas a dar miles de besos esta última semana? —preguntaba arqueando sus cejas.
Sonreí.
—Pues claro, te voy a llenar de besos esos morritos preciosos, como hago todas las semanas y todo los días —dije aproximándome a sus labios, y empezando a besarla de forma intermitente pero sin parar.
—Tengo miedo de Pablo, por si te vuelve a interesar —soltó entre beso y beso.
—¿Quién es Pablo? —hablé frunciendo el ceño y esbozando media sonrisa. —Yo en mi cabeza sólo tengo a una rubia guapísima.
Al decirle eso, brillaron sus ojos y se lanzó de nuevo a mis labios con más fuerza, fundiéndonos juntas en un beso húmedo interminable.
Pero estábamos equivocadas, no nos faltaba una semana, eran unos escasos tres días, lo que quedaba para que mamá aterrizara en España.
Había estado adelantando trabajo y doblando turnos, durante sus últimos días en Dublín, justo para poder regresar unos cuántos días antes y darme lo que ella consideraba que era, una grata sorpresa.Volvía con mi abuela de desayunar, y de haber pasado con Mimi unos minutos de risas y besos, detrás de la barra del bar, durante una breve tregua, que los clientes le habían dado.
Si llego a saber que ese iba a ser mi último desayuno, y esos sus últimos besos, los hubiese saboreado y alargardo más, o bueno quizás si lo hubiese sabido, habría sido imposible disfrutarlos, porque directamente, lo que habría hecho si pudiera, es tatuarme sus labios para siempre en mi piel.
![](https://img.wattpad.com/cover/189052397-288-k712137.jpg)