29. Amor veneno

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Mimi aún llevaba el bikini color piel, no había querido ponerse nada, para el breve recorrido desde la caravana hasta su portal.

—Adelante señorita —me dice, dándome paso en primer lugar, tras introducir la llave en la cerradura de su puerta.

Abrimos las ventanas para ventilar, pedimos algo de comida a domicilio y dejamos las maletas en la habitación que antes ocupaba Mala, pero que ya estaba vacía.

—¿Nos ponemos el pijama?

—Yo no sé si me quedaré a dormir Mimi, he venido a hablar —le respondí algo seria.

—¿Crees que vamos a discutir y vas a querer irte? —me preguntó abriendo muchos sus ojos.

—No sé, espero que no.

—Yo hablo, si me prometes que no vamos a acabar a voces —me ponía como condición, tendiéndome su mano de forma amistosa.

—Me parece bien —acepté estrechándo mi mano con la suya.

El timbre.

—Deben ser las pizzas, voy yo, date una ducha rápida y cámbiate, te espero —le indiqué, yendo hacia la puerta.

Coloqué las pizzas en la mesa, las corté y me senté en el sofá. La televisión hablaba de fondo, pero no me llamaba la atención aquel programa, cómo para llegar a escuchar qué dicen. Me miré las uñas, y de reojo ví un libro que sí captó mi atención, es la biografía de Frida Kahlo, estaba en la mesilla esquinera del salón, lo ojeo, pasando rápido la hojas, y repasando de forma general el índice. Abriéndolo al azar, leo un par de líneas, en las cuáles se recalca una frase suya, que sin explicación alguna, se me queda grabada, y se me repite durante toda la cena: "dónde no puedas amar, no te demores".

¿Te sigue sin gustar la barbacoa? —se sorprendía. —¡Pero si es la mejor, Dios mío! —se indignaba bromeando. —A tu hermana que tiene mejor gusto que tú, seguro que le gusta.

Creo que si le sigo el rollo en esa conversación, un par de vaciladas más, risas cómplices y alguna que otra caricia, acabamos en su cama follando y sin hablar nada, otra noche más.

Pero es que ya no podía más, era cómo cuando tienes ganas de vomitar y te estás aguantando todo el camino de coche, y estás deseando de llegar, encontrar un váter y soltarlo. Pues igual.

—Mimi, vamos a hablar en serio, porfa —le indiqué en un tono seco.

—¡Ah sí, claro! —exclamó. —Venga empieza tú, yo es que no sé muy bien, de qué va esto.

Parpadeé algo sorprendida.

—Ah ¿no sabes? —le recriminé.

—Hmm imagino, pero tampoco tengo nada que decir, la que quiere hablar eres tú, te escucho —contestó, en un tono despreocupado, acabando su trozo de pizza y sacudiéndose sus manos.

—¿No tienes nada que decirme? Después de estos días, ¿no tienes nada que decir? —le cuestioné ofendida, subiendo el tono en el segundo interrogante.

—¡Es que yo no tengo nada que opinar de tu divorcio! —espetó.

"¿Qué dice de mi divorcio?".

Muy bien.

De puta madre Mimi.

O se hace la tonta, o es tonta de verdad, o es que le importaba una mierda y como consecuencia, le daba igual todo.

La miré fijamente. Con la esperanza de que dijese algo más y arregle la cagada que acaba de soltar.

Nada.

OLD DAYS (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora