36. Cambios

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El miércoles.

El miércoles, ese día de la semana en el que solía ir con Pablo al cine, o a probar algún restaurante nuevo y que normalmente acabábamos echando un polvo antes de dormir.

Pues justo también, fue el miércoles, el día que me echó literalmente de la clínica.

—No sé porqué has venido hoy, ya te dije que tu sustituta empezaba ya.

—Tenía algunas cosas que recoger, antes de dar el relevo, ¿es mi último día, no? —objeté.

—Pues date prisa, llega en media hora  —me indicó.

Cuando ya lo tenía todo y estaba en la recepción despidiéndome de Eva, salió de la consulta con la intención de decirme algo.

—No te molestes, nos veremos mañana, tengo que recoger todas mis cosas del piso, antes de que se ponga en venta —lo corté.

Al llegar a casa con todos mis materiales de la clínica, tuve que explicarle a mi madre mi nueva situación. No tuvimos que ir a urgencias por infarto de miocardio de milagro. Qué mujer...

Pero me lo esperaba.

Todo lo que salió de su boca me lo esperaba.

Y eso que, no le dije la verdadera razón de porqué cedí ese porcentaje, preferí decirle que lo había hecho por voluntad propia, para mejorar las cosas con Pablo, ya que, me sentía en deuda con él por no haber gestionado bien la situación.

—Él tenía sólo un 30% del dinero para darme ahora, pues ya está, lo hemos dejado en eso, yo sólo quería dejar de trabajar con él, y acabar lo mejor posible —le explicaba.

—Pero ¿te estás oyendo? ¿te has vuelto loca? —se indignaba gritando. —¿Cómo vas a renunciar a miles de euros y a algo que te pertenece, por no trabajar con él?

—Lo he elegido así mamá, respétalo.

—Desde que decidiste divorciarte tu mente ha sufrido una regresión preocupante, es que no das una Miriam... ¡¡No das una!! —me recriminaba.

Y eso fue lo más suave que me dijo. Después vino lo peor:

—Mira de lo que sirve salir con una cantante que se está forrando, para quedarte en paro.

—Porque estás en paro.

—¡¡PA-RO!!

—Todo el dinero que yo he invertido en que estudiases, el esfuerzo, toda la educación... porque si fuese por tu padre, ese que ahora tanto quieres, no habrías estudiado una mierda, él siempre me ponía alguna pega para no pasarme tu dinero.

—¡¡Y era yo, la que acababa pagando todo!!

—Y ahora, estamos así...

—¡¡Mamá basta!! —grité.

—Tengo dinero en el banco de lo que me ha dado Pablo de la clínica, tengo la mitad del piso que vamos a vender, y estoy dispuesta a buscar trabajo, deja de dramatizar, porque como siga escuchándote, te juro que me tiro por el balcón y acabo con todo.

Al balcón tuve que salirme un rato esa noche, para tomar un poco el aire, después de la enervante discusión, antes de dormir.

Busqué la luna. Estaba muy pequeñita y escondida esa noche.

Le faltan nuestros besos pensé, sonriendo como una boba, parafraseando lo que me había dicho Mimi días antes, al ver la luna incompleta.

Sólo sabía de ella que estaba hasta arriba de conciertos, viajes y compromisos, cruzamos unos whatssapps el domingo por la noche para avisarla de que habíamos llegado bien a Madrid, pero hasta el momento, no había tenido más noticias.

OLD DAYS (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora