¿Arreglar yo el desastre?
¿Mi hermana estaba loca?
¿Había perdido ella también la cabeza con Lola Indigo?
—Mira Lucía, para lo último que estoy ahora, es para tus tonterías —le dije firme.
Activé el GPS, para orientarme en aquella ciudad desconocida para mí, y ubicar el nuevo hotel, mientras de fondo, sonaba una canción de Pastora Soler en la radio.
—Pff quita esto —bufía mi hermana, yendo directa a poner su lista de canciones.
—¡Ché! —la frené. —Nada de Mujer Bruja, Maldición ni Amor Veneno y mucho menos Contando lunares, se acabó esa clase de música en mi coche.
Se quedó seria, hizo una mueca de prepotencia, y miró de lado hacia su ventanilla.
—¿Vas a vivir en una cueva, para no escuchar su música?
—Si es necesario sí —repuse.
—¿Se puede saber dónde vamos? —se quejaba, al ver que aparcaba en un nuevo edificio.
—Pasaremos la noche aquí.
El hotel no era tan lujoso como el de Mimi, pero era coqueto y parecía no faltarle detalle. Nos dijeron que teníamos el desayuno incluido la mañana siguiente y nos facilitaron la llave. Total, yo sólo quería descansar unas horas antes de volver a Madrid, cualquier sitio era bueno.
Recién metidas en las camas, Lucía volvió a la carga:
—Miri, ¿estás bien? —preguntaba con voz de no haber roto un plato. —¿Quieres que duerma contigo?
—No hace falta, no estoy bien, pero dormir las dos ajustadas en una cama pequeña, teniendo dos camas en la habitación, no creo que sea la solución.
—Jo, qué borde —se quejó.
—Igual que tú, que no me defiendes en nada —le reproché.
—¡Jo Miriam! —exclamó quejica. —Es que quiero que os reconciliéis, ella te quiere, ha empezado a llorar un montón cuando te has ido, y tú has dejado a Pablo y todo por ella, es que no es justo.
—Yo también he llorado —añadí.
—Pues por eso Miri, tú llorando, ella también, las dos pasándolo mal —me comentaba en un tono de súplica. —Ella no ha parado de decir que te quería mucho y que no quería perderte.
—Pues que no haga cosas para perderme —respondí seca. —¿Te ha dicho algo más?
—Me ha dicho que eso pasó antes de que vosotras hablárais, que el videoclip estaba grabado de hace tiempo, y que ahora DonPa es sólo su amigo, pero que se llevan muy bien y por las noches muchas veces están en las habitaciones charlando y de cachondeo, pero nada más.
Me reí irónica.
—Charlando dice... —carcajeé con sátira.
—¿Y tú te lo has creído? —dije con rintintín.
—¡Sí, Miriam! —respondió segura. —Es que si le gustara DonPa estaría con él y no contigo.
Me quedé callada.
Tragué saliva.
—No es todo tan fácil Lucía, venga vamos a dormir, mañana no quiero irme tarde.
No era fácil, pero eso había sido un zasca. Mi hermana pequeña, muy a mi pesar, tenía razón. Mimi no tenía ningún compromiso conmigo, aún así había mostrado interés en varias ocasiones, y podría no haberlo hecho.