34. Lola Bunny II

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Los aplausos ensordecedores del final del show, daban paso a mi esperado encuentro con Mimi.

El chico de seguridad nos acompañó hasta una de las casetas traseras.

Mimi salió corriendo y bajo los dos escalones de la caseta, con una sonrisa en su cara y dando un grito de alegría.

—¡Hola guapísima! —exclamó estrechando a Lucía entre sus brazos.

Me gustó ese detalle de saludar primero a mi hermana, Mimi sabía la ilusión que le hacía a Lucía conocerla y con ese gesto me había ganado un poquito más.

—Oye, tenía muchísimas ganas de conocerte ¡eh! —le decía simpática la rubia a una tímida Lucía.

—Y yo —musitó la pequeña perpleja, que la observaba al detalle.

Llegó mi turno, nos miramos y sin más dilación me abracé a ella. La rodeé con mis brazos, al igual que ella hizo conmigo, sentí su contacto, y la dosis de la yonkie en la que me había convertido la ansiosa tarde del viernes, llegó por fin a mi sangre, devolviéndome a la vida. Inspiré en su cuello, como forma de comprobación de que era ella y no me la habían cambiado y dejé algún beso disimulado en él, que la hizo estremecerse y mirarme de reojo. Me separé ligeramente de su rostro para poder mirarla frente a frente.

—Ha estado muy guay el concierto —dije contenta.

—¿Os ha gustado? ¿de verdad? —preguntaba emocionada mirándonos a ambas, de forma alternativa.

—¡¡Joder, guay es que estéis aquí!! —exclamó feliz, pellizcándole la mejilla a Lucía.

—Lucía puedes hablar, o decir algo ¡eh! —dije a mi hermana, dándole un codazo, para sacarla de su ensimismamiento.

—¡Ay Miriam, déjame! —refunfuñaba vergonzosa.

—Déjala, ahora en el hotel, ya nos relajamos y hablamos tranquilamente ¿verdad? —la apoyaba Mimi. —Pasad al camerino improvisado este que nos han montado aquí, hasta que nos avisen para irnos.

Entramos detrás de ella a una carpa, que estaba llena de gente, estaban las chicas que bailaban con Mimi, más gente de su equipo, otros artistas y técnicos de sonido que deambulaban por allí de un lado a otro, recogiendo el chiringuito.

—Lucía, ¿quieres conocer a las chicas? —le preguntaba Mimi, echándole el brazo por su cuello.

—¡Sí porfi! ¡Y a Beret y Don Patricio si están, también por favor! —pidió Lucía entusiasmada. —Y otra cosa Lola, ¿puedes hacerte una foto conmigo?

—¡Claro reina! Es que no había caído —contestó Mimi con naturalidad.

Agarré el móvil de Lucía y les saqué la solicitada foto, al vernos, una de las chicas de Lola Indigo, Saidy, se acercó simpática y nos hizo una foto a las tres juntas. Y después Mimi, le indicó a esta, que llevara a Lucía con el resto de bailarinas y cantantes para que los pudiera conocer.

Muy inteligente ese gesto por parte de Mimi, porque necesitaba estar unos minutos con ella a solas, sin la atenta y curiosa mirada de Lucía.

—Y tú, vente conmigo —dijo tirando de mi mano y llevándome a un rincón de la carpa que estaba ligeramente más apartado y por tanto, había menos ruido, aunque seguíamos a la vista de todos.

—Siéntate aquí, si estás cansada —me indicó, palmeando un congelador blanco de forma rectangular que había allí.

Me senté, y ella se colocó entre mis piernas, que la rodeaban y la atraían hacia mí, a la vez que mis brazos se enrollaba en su cuello.

OLD DAYS (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora