¿Merecía la pena?
La balanza que respondía a mi duda anterior, volcó hacia el sí, cuándo Mimi pidió sushi mientras íbamos de vuelta para que estuviera listo al llegar, descorchó el famoso vino que había comprado para mí, me dejó su camisón negro favorito, y nos acomodamos juntas en el sofá de su acogedora terraza.
Corría algo de brisa veraniega aún, había luna llena, estrellas, y ella agarraba mi mano jugueteando con mis anillos.
—¿Estás bien? Parecías un zombie en el estudio —me decía.
Sonreí.
—Ahora sí, es que me he agobiado un poco allí —confesé.
—¿Por Pablo? ¿Por la clínica? —preguntaba.
—Por todo Mimi, me sabe mal la reacción que ha tenido, su forma de enterarse de lo nuestro, y por supuesto, la clínica. Me he esforzado muchos años trabajando en otros sitios de auxiliar para ahorrar, e invertí todo lo que tenía ahí, porque realmente era algo que me hacía mucha ilusión, y ahora mira...
—No te preocupes, buscamos una buena abogada, lo saqueamos, y la clínica te la quedas tú.
"Qué fácil lo ve todo".
—No es tan fácil, no lo quiero saquear, además mi madre es abogada, no tengo que buscar.
—¡Pues ya está, perfecto!
—Por cierto, tendría que hablar con ella antes de que...
"¿Será Pablo capaz de ir con el cuento?".
"¡No quiero que mi madre se entere de que me gustan las chicas por él!".
—Shh shh relájate Miri porfa, que ya te veo la cara de angustia, mañana hablas con tu madre, es muy tarde, hoy ya no puedes hacer más —Me agarraba la mano, haciendo círculos en ella con sus dedos.
—Ufff —expiré aire. —Voy a explotar, lo juro.
—¿Le vas a contar a tu madre, que nosotras...? —movía sus dedos señalándonos a ambas.
—Pues quería dejar más tiempo pasar, pero es que para que se lo cuente Pablo, prefiero decírselo yo.
—Claro, ¿ellos se llevan bien? —se interesó.
—Sí, en realidad Pablo es una persona que cae bien en general, encaja con mi madre, con mi tía, con mi hermana... Es la típica persona que puedes llevar a cualquier sitio, porque es muy amable y siempre sabe qué decir o qué hacer.
—Vaya, pues hoy no ha estado muy acertado —apuntó, con algo de rintintín.
—Cambiando de tema —dijo antes de dar un trago a su copa. — ¿Cuándo me vas a presentar a tu madre?
Reí.
No me esperaba eso.
—Cuando seamos novias, ahora estamos en período de prueba ¿no? —respondí con una mueca pícara.
—¿Estás ya borracha? —me preguntó.
—No. —Entorné los ojos, feliz.
—¿Qué quieres hacerme cuando esté borracha? —sugerí levantando varias veces seguidas mis cejas.
—Hmm... —ronroneaba con su nariz por mi cara —digamos que quiero recompensarte por el día tan duro que has tenido hoy.
—Pero duro... Ay Mimi... la que has liado hoy en la clínica... —murmuré apoyándome en su rostro.
—¿Perdón? ¡¿La que he liado yo?! —cuestionaba ofendida. —Querrás decir la que ha montado el sin gracia de tu marido.
—Puffff —Suspiré fuerte.