La gente se arremolinaba a las puertas de la iglesia, con las bolsitas del arroz en mano, tacones de colores y bolsos de brillo.
Tras el clásico grito de "Vivan los novios", en el que la mitad de los invitados nos dejamos las cuerdas vocales, llovió arroz de una forma muy bestia, cayó tal cantidad de arroz, que cuando arranqué a andar, estuve a punto de resbalar, tuve suerte, de que mi adorada Leona estaba a mi lado y me sostuvo, agarrándome mi brazo.
Que fuerza tenía... me levantó de un tirón seco y rápido, cuando estaba ya, prácticamente rozando el suelo.
—Ey, menos mal —titubeé sonriente al sentir su agarre y verme en pie, de nuevo.
Levantó varias veces seguidas sus cejas haciendo una mueca entre divertida y engreída, se acercó ligeramente a mi rostro, apoyándose disimuladamente en mi muslo, y me susurró:
—Me debes una.
Ay qué gustirrinín más tonto me dio, por el simple hecho de que me dijera al oído esa chorrada.
¿Estoy loca, verdad?
¿Loca o muy sensible?
¿Sensible o necesitada?Ufff, bueno da igual, pero... ¿como qué le debía una? ¿me estaba haciendo una proposición indecente, antes de la cena?
Ay Leona...
No me busques que soy fácil de encontrar... Avisada quedas.
La gente parecía tener ganas de organizarse para llegar al convite. Había hambre y muchas ganas de beber y mover el esqueleto.
Para cuando llegamos a la finca donde se celebraba la cena, gracias a Dios ya no hacía tanto calor, pero aún así, estábamos todos sedientos del calor que habíamos pasado en la iglesia, se notó, en que los camareros no dejaron de rellenar nuestras copas durante todo el tiempo del cóctel previo a la cena.
—Allí, está tu primo el de los tebeos, ¿lo has saludado? —le dije a Miriam, inclinando mi barbilla, hacia el joven.
Me miró entornando los ojos haciéndose la ofendida.
—Uno, se dice cómics, tebeos es una palabra del Paleolítico —se dirigía a mí levantando su dedo diligente —y dos, se llama Carlitos.
—Perdona experta en léxico y etimología —respondí poniendo mis ojos en blanco, mientras que esbocé sin querer una sonrisilla boba.
—Experta no, simplemente hablo acorde a mi época —respondió con suficiencia. —Ay cariño... tan moderna para una cosas y tan antigua para otras... —soltó mirándome de reojo y dando un toque en mi nariz.
Ay mamma mía...
Miriam en su faceta dominante y buscándome. SOS.
¿Porque me estaba buscando, verdad?
Bueno y sino me estaba buscando, da igual, yo ya me estaba calentando... Primer aviso.
En la mesa, tenía a Miriam a mi derecha y a Mala a mi izquierda, mis dos mujeres. Es broma, (y que no me escuche Miriam).
También en la mesa estaba Julia y Natalia, y el resto, eran amigos de Hugo del pueblo con los que había coincidido en fiestas, hace más de cinco años. Había mucha gente que no me había visto después de... a ver, esto va a sonar muy creído, pero joder, es que era así, después de salir en televisión y hacerme tan conocida. Por lo que, atrapé más miradas de las que me hubiese gustado y mucha gente que en otra circunstancia, no me habría saludado porque no había hablado con ellos en mi vida, se me acercaba durante algún momento de la boda para conocerme, o pedirme una foto. Por lo que, sin buscarlo, fui el tema de conversación de la mesa. Cómo marchaba mi gira, las últimas ciudades en las que había estado, algunas preguntas sobre las nuevas canciones y algún que otro cotilleo del mundo de la farándula, básicamente fue lo que estuvimos hablando de forma animada, durante la cena.