24. Tregua - Caleb

384 103 42
                                    


Caleb - Maryland

Carretera – Nov, 14:45


Estoy sentado en el asiento de atrás, en silencio, contemplando por el espejo retrovisor a este extraño hombre que me ha recogido. Todavía no me siento muy seguro con él, pues ha tratado de matarme dos veces. Sentada a mi lado, la niña que lo acompaña me sonríe.

— Hola. Me llamo Cassie, ¿y tú?

— Caleb — respondo.

— Él es Byron – señala al hombre, que únicamente gruñe sin apartar la vista de la carretera. — Y él es Keeper.

El pastor alemán no deja de olisquearme, y de vez en cuando también me gruñe, poniéndome bastante nervioso.

— ¿De dónde eres, Caleb? — pregunta Cassie, cogiendo su mochila y abriendo la cremallera.

— Aberdeen – respondo.

— ¿Y llevas dos días solo en el bosque?

Asiento.

— ¿Dónde están tus padres? — me pregunta.

Al ver que no respondo, Cassie levanta la vista de su mochila y me contempla a la espera.

— ¿Tienes padres? — pregunta entonces. Y su pregunta me desconcierta.

— Sí... Sí, tengo padres.

— ¿Y dónde están?

— En casa.

— ¿Y saben ellos dónde estás tú?

Empiezo a pensar que no es tan buena idea que la niña haga tantas preguntas.

— No, no lo saben.

— ¿Por qué?

— No he podido avisarles.

— ¿Por qué no?

Me muerdo el labio. No puedo decirle que no puedo avisar a mis padres porque he asesinado brutalmente a mi novia y me he comido la mitad de su cuerpo. Miro al espejo retrovisor y, tal como me imaginaba, me topo con la mirada gélida de Byron. Sin duda, está pensando lo mismo y entiendo que quiera evitarle todos esos detalles desagradables a la niña.

— No tengo teléfono — respondo finalmente.

Al fin y al cabo, es cierto. Perdí mi iPhone en el bosque cuando huía de esa criatura.

— Deberías llamarles — me recomienda Cassie. — Seguro que están preocupados por ti. Es lo que hacen los padres.

Miro de reojo a Byron, y asiento.

— Ya lo veo... - comento.

Cassie sigue mi mirada, y luego fija sus ojos en mí. Vuelve a contemplar a Byron, incrédula, y luego otra vez a mí.

— ¿Crees que...? ¿Qué Byron es mi...?

Arrugo la frente, sin entender.

— ¡Eugh! — exclama ella, poniendo una mueca de asco.

La arruga de mi frente se hace más profunda. Miro a Byron, quien pone los ojos en blanco, y mi incomprensión se dispara.

— ¿No es tu padre? — pregunto.

— ¡Claro que no! — exclama ella.

— ¡Por Dios, no! — exclama Byron, prácticamente al mismo tiempo.

Bajo la cabeza, arrepentido por mi metedura de pata. Daba por hecho que se trataban de padre e hija, por la forma en la que él la protegía. Un padre un poco joven, pero no entiendo qué otro motivo les puede haber unido. Sin embargo, creo que es mejor no preguntar. Ya he tentado demasiado a la suerte y está claro que mi último comentario no les ha hecho muy felices.

Cassie saca de su mochila un paquete de donuts, y me lo ofrece. Al principio soy reacio a cogerlo, pero ella asiente con la cabeza, dándome permiso. Lo tomo, lo abro, cojo el primer donuts y me lo como en prácticamente dos mordiscos. Poco tardo en dar buena cuenta de los otros tres. Cuando acabo, Cassie me ofrece una botella de agua, y me la bebo entera. Al darme cuenta de que me la he acabado, la miro algo avergonzado.

— Perdón.

— No pasa nada.

Cassie la guarda de nuevo en su mochila, cierra la cremallera y la coloca debajo del asiento. Después me observa de arriba a abajo, como si me estudiara. No digo nada. Prefiero no abrir la boca. No estoy en posición de quejarme ni de pedir nada, así que, simplemente, dejo que me examine como a un sujeto de experimentos.

— Su nivel de peligrosidad ha bajado — informa entonces Cassie, dirigiéndose a Byron.

— Qué bien — ironiza él.

Cassie frunce el ceño. No sé qué significa eso que acaba de decir, pero tampoco tengo ni fuerzas ni ganas de averiguarlo. Por lo que el hombre ha dicho, me dejarán a mi suerte en el próximo pueblo.

Es prácticamente la hora de cenar cuando llegamos a Gerrow, un pequeño pueblo cerca de Hereford, a un par de horas de la frontera con Pennsylvania. La tripa me ruge, haciendo que me muera de vergüenza. Encima que me he comido la merienda de esta gente que casi me mata, mi estómago tiene la desfachatez de pedir más comida. Pero ninguno de los dos dice nada; Cassie se ríe y Byron me lanza una mirada poco agradable por el retrovisor.

El coche avanza despacio por la carretera principal, y noto cómo los nervios me van invadiendo poco a poco. En cualquier momento, el coche se detendrá y Byron me obligará a bajarme, seguramente a punta de pistola. Podría gritar, y con un poco de suerte algún policía le detendría. El único problema es que, antes de que eso ocurriera, seguramente recibiera un balazo entre las cejas. Además, si es cierto que Cassie está a su cuidado, aun no siendo ni su hija ni su sobrina, no quisiera dejarla sola. Está claro que la niña, por algún motivo que no entiendo, le aprecia.

— ¡Eh! — exclama de pronto Cassie, interrumpiendo el silencio que nos lleva acompañando desde hace un par de horas. - ¿Podemos cenar ahí? – pregunta, señalando una hamburguesería cuyo cartel parpadea en azul y verde.

— ¿Pagas tú? — Es lo único que responde Byron.

— No tengo dinero – contesta ella.

— Pues entonces no.

— Yo tengo algo de efectivo... — me atrevo a decir.

Pero me callo de golpe al ver la mirada furibunda de Byron por el retrovisor.

— Venga Byron, no seas malo – lo convence Cassie. No entiendo cómo ella no tiene miedo de esa mirada de ogro. — Todos tenemos hambre, incluso tú. No me digas que no te apetece una rica hamburguesa con queso — trata de tentarlo. — También tienen café — añade con total intención.

— Lo que me apetece es encontrar un lugar apartado para deshacernos de la carga no deseada — espeta él.

Me tomo la acepción lo mejor que puedo.

— Puedo bajarme donde sea — murmuro.

— Donde sea, no. Donde no haya civiles.

— Entonces, ¿qué sentido tiene haberle traído hasta aquí? — pregunta Cassie, y no puedo estarle más agradecido de que me defienda.

Byron no responde.

— Deja que coma algo, que se cambie de ropa y que llame a sus padres — le pide.

No digo nada. Tengo miedo de que, si abro la boca para apoyar a Cassie, meta la pata. Byron tampoco dice nada. Solo suspira y da media vuelta, de regreso a la hamburguesería.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora