37. Consecuencias I - Caleb

241 64 14
                                    

Caleb - Philadelphia

Fábrica, Nov 02:40am


Cuando despierto, tengo la sensación de que me han golpeado en la cabeza con un martillo. Me da vueltas y noto que el cuerpo me pesa como una esponja gigante y mojada. Me cuesta abrir los ojos, también mover los brazos. Siento como si hubiera tenido que madrugar tras haber dormido muy poco. Pero eso es imposible, ya que hace días que no siento ese tipo de cansancio. Es una sensación que ya he sentido antes, parecida a la resaca. Pero no la reconozco por haber pasado una resaca; la reconozco porque, la última vez que me sentí así, fue cuando me desperté tras haber matado a Chelsea.

Ese pensamiento cae con fuerza sobre mí, y de repente me invade un miedo que hace que me despierte de golpe. Me levanto rápidamente, pero algo me lo impide, tirándome hacia abajo con fuerza desde la altura de las muñecas, y caigo de rodillas al suelo. Me miro las manos, y veo que las tengo sujetas a unos grilletes, y estos a su vez están amarrados al suelo por una cadena. Tiro de ellas, pero nada ocurre. Por un instante, el miedo me invade. ¿Dónde estoy? Miro en derredor y contemplo la habitación en la que me encuentro. Por la estética de las paredes, parece la fábrica, pero se trata de una estancia que hasta ahora no había visto. Es un habitáculo pequeño, con una puerta de metal que está cerrada. Parece como si hubiera sido algún tipo de almacén. Se escuchan las típicas goteras, e incluso percibo que hace más frío, aunque no lo siento, por lo que deduzco que no se encuentra cerca de la zona donde está la estufa. Probablemente esté en el sótano. No tiene ventanas, por lo que no sé si es de día o de noche. Por un instante, la duda cruza mi mente, pero luego, mis últimos recuerdos me azotan con la fuerza de un maremoto. Los recuerdos del laboratorio, del robo, del disparo. Los recuerdos del dolor, del miedo y de la rabia.

Y entonces comprendo por qué estoy encadenado y encerrado.

Poco a poco, dejo de tirar de la cadena y desisto de soltarme, y lentamente, me dejo caer en el suelo totalmente desganado. Así que pasó. Me transformé. Tal y como me advirtieron que pasaría, tal y cómo yo mismo temía que pasase.

La pregunta es, ¿qué hice?

— ¡No fue como crees!

Escucho voces provenientes del piso de arriba. Sé que, para cualquier otra persona, sonarían distorsionadas y apenas audibles, pero yo las escucho como si estuvieran a mi lado, a pesar de que hablan en voz baja y susurros.

— Un guardia muerto, y tres heridos de gravedad. ¡Y eso si no la palman en urgencias! — Reconozco la voz de Byron, que se alza más que el resto, aunque enseguida vuelve a bajarla. — Y Nikolas y tú podríais haber acabado igual.

Los ojos se me abren solos. No tenía idea de que las cosas se hubieran torcido tanto en el laboratorio.

— Le dispararon. – La voz de Nevi suena conciliadora y defensiva.

— La culpa es nuestra por haber llevado a un hombre lobo adolescente a robar a unos laboratorios farmacéuticos – distingo una tercera voz, que creo que es la de Chris.

Contengo la respiración. Están hablando de mí.

— Pregúntaselo a Nee – rebate Nevi. — Te garantizo que no es el tipo de persona que mentiría en favor de alguien. Caleb actuó para protegernos y su transformación fue un mecanismo de defensa después de que le hirieran en el intento.

El corazón me da un vuelco. Recuerdo ese momento. Recuerdo al guardia apuntando a Nee y Nevi, y haberme tirado a por él a través del cristal en un desesperado intento por detenerlo. Recuerdo el sonido del disparo, el dolor de la bala atravesándome, y el miedo. De repente, soy consciente de algo. Me dispararon, y sigo vivo. Rápidamente, me levanto la camiseta -que todavía está manchada de sangre a la altura del abdomen- solo para encontrarme con la piel blanca y tersa. Sin vendaje. Sin herida. Sin cicatriz. 

— Intenté hacerle entrar en razón. Solo era un animal asustado tratando de protegerse. Únicamente atacó cuando se vio amenazado.

El hecho de que Nevi me esté defendiendo me enternece, aunque no lo merezca. Ataqué a personas inocentes, personas que solo hacían su trabajo, personas con familias a las que alimentaban y cuidaban deteniendo a estúpidos ladrones como nosotros.

— Eso no quita el hecho de que casi te mata, Nevi – replica Byron con voz grave.

Mi corazón falla un latido, y por un instante me falta el aire. Las palabras de Byron se me clavan como agujas en el cerebro y siento como si un pitido se instalase en mi cabeza, al tiempo que esta revelación me golpea como un mar embravecido a un rompeolas. Yo... ¿casi mato a Nevi?

De repente, la puerta de la habitación se abre con un chirrido, impidiéndome seguir escuchando. Un extrañamente risueño Nikolas entra, llevando lo que parece un balde de hojalata lleno de agua. Me contempla, complacido, y yo le contemplo de vuelta, cazado espiándoles y a punto de derrumbarme. Ladea la cabeza y sonríe.

— No son amarillos – comenta, refiriéndose, supongo, a mis ojos. — Es buena señal.

Luego, deja el balde en el suelo y, sin decir nada, sale y cierra la puerta.

No me da tiempo a preguntar, ni a llamarlo, aunque tampoco es que tenga fuerzas para hacerlo. Las pocas que tenía debido a la resaca tras la transformación me han agotado, y solamente puedo dejarme caer por la pared hasta el suelo y hacerme un ovillo, deseando desaparecer.

¿Por qué tiene que pasarme esto a mí?

Ojalá Byron me hubiera disparado aquel día en medio de la carretera.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora