28. El vertedero I - Micah

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Micah - Philladelphia

Vertedero, 10:10am


Keeper es rápido, así que tenemos que correr velozmente para poder seguirle el paso, y pronto nos quedamos boquiabiertos cuando Caleb pasa por nuestro lado corriendo como si volara, acompasándose al ritmo del perro in ningún problema. Escucho a Cassie jadear un "Woah" y empezar a reír. A Abel le cuesta mantenerme el paso, así que disminuyo mi velocidad y me acompaso un poco más a la suya, siempre atento a que no vaya a tropezar y caer.

El sitio al que nos guía el perro no está muy alejado de la fábrica, pero sí lo bastante como para no haberlo visto hasta ahora pese a que es bastante grande. Es un terreno baldío extenso y lleno de chatarra apilada: partes de automóviles, electrodomésticos y cientos de pequeñas partes de distintos aparatos regados por allí. Me paro en seco antes de llegar y sujeto el brazo de Abel, haciendo que frene conmigo cuando reparo en los parches embarrados del suelo, temiendo que vaya a resbalar y caer sobre algún trozo afilado de metal.

—¡Mirad todo lo que hay aquí! Keeper, ¡has dado con un tesoro! —celebra Cassie, acariciándole la cabeza.

Echo otra mirada a mi alrededor. No creo que ninguno de estos aparatos rotos, oxidados y a falta de piezas pudiera considerarse un tesoro... Pero al menos no hay basura más que chatarra; o eso me indica el hecho de que no huele a podrido o fétido. Sólo a óxido y humedad. Parece más bien un vertedero de aparatos electrónicos y mecánicos.

Sin demora, Cassie se interna entre las piezas desperdigadas en el suelo, formando una especie de laberinto, y empieza a rebuscar entre ellas. Caleb me observa como si esperase alguna clase de aprobación de mi parte y no sé qué decirle. Pero no puedo evitar notar que mientras que todos nosotros jadeamos producto de la carrera, él luce como si acabara de despertar de un largo y reparador descanso.

—¿Podemos estar aquí? —dice en voz baja.

—¡Claro que sí! —responde Cassie, desde algún rincón, pues no alcanzo a verla; solo escucho su voz.— No creo que estas cosas sean de alguien; sino, no las habrían tirado aquí. ¡He encontrado un móvil! Aunque le falta la batería.

—Así no funcionará —le dice Caleb, aproximándose a ella.

Noto que Abel se ha separado de mi lado y está agachado frente a otra pila de chatarra, jugueteando con una pieza electrónica que no alcanzo a identificar.

—No vayas a cortarte, Aby —le advierto, agachándome junto a él.

Caleb regresa a mi lado junto con Cassie; ella trae en la mano una radio de coche:

—¿Crees que algo de aquí pueda funcionar? Esta radio no parece tan vieja; se la podría dar a Byron a ver si le sirve.

La recibo de la mano de Cassie y la giro en mis dedos para inspeccionarla:

—Nikolas podría repararla —pienso de pronto—. Reparó un televisor viejo que encontramos hace unos días.

—¿Crees que sepa que todo esto está aquí? —dice Caleb.

—No lo sé —murmuro, devolviéndole a Cassie la radio. No me extrañaría que lo supiera. Según lo que puedo adivinar de lo que ha dicho Nevi, lleva bastante tiempo viviendo aquí; quizás sea el sitio del que consigue materiales para trabajar en sus extraños inventos.

Empezamos a cobrar poco a poco más confianza al movernos por el terreno, aunque siempre procurando pisar con cuidado. Sin embargo, eso no evita que nos manchemos la ropa y los zapatos de lodo. Aunque eso pronto deja de preocuparme al ver lo felices que están los niños, y no solo ellos, incluso Caleb y yo, curioseando entre las cosas que vamos encontrando. Hay tantas cosas aquí que no me cabe duda de que algunas se puedan reparar con piezas que correspondan a otras. Hay cosas tan grandes como lavadoras, neveras y equipos de música, y tan pequeñas como mandos de televisor, pequeñas radios de coche, móviles antiguos, y por supuesto, todo lo que cabe dentro de tornillos, cables, conexiones, tuercas y todo tipo de piezas pequeñas.

—Mira, Micah. ¡Es como la de papá! —exclama Abel, emocionado, tirando del extremo de mi sudadera, enseñándome una radio antigua, de las que todavía tenían antena y perillas para cambiar la emisora. Se parece mucho a la de papá, sin duda, y parece bastante bien conservada; al punto en que me hace cuestionarme por qué alguien la habría tirado. Cassie llega con un secador de pelo y Caleb aparece con una guitarra a la que le faltan las cuerdas:

—Hay suficiente aquí para hacer una enorme venta de garaje —comenta Caleb—. Quizás hasta podríamos ganar dinero.

Cassie se ríe y examina la guitarra, ilusionada:

—Y comprar más donuts. Vaya, te ha ido mucho mejor que a mí; sólo necesita cuerdas. Yo sólo encontré esta cosa vieja —dice, lanzando el secador de pelo sobre una pila de chatarra.

Abel tira de mi ropa otra vez:

—Micah, ¿qué es un garaje?

Cassie alcanza a escucharle y no pierde tiempo para explicárselo:

—Es la parte de la casa donde se guarda el coche.

Aby mira a su alrededor, y yo meneo la cabeza, divertido, pues sé qué es lo que está buscando. Sus ojos amaranto se dirigen a los míos:

—Micah, no veo ningún garaje.

—No, no, no es nada como lo que piensas. —Cassie rompe a reír, haciendo que Abel se mire los pies. Noto que su piel nívea ha cobrado un tono rozagante a la altura de las mejillas—. Una venta de garaje es cuando las personas venden cosas que suelen apilar en el garaje cuando ya no les sirven en la casa. Lo vi en la tele. Nunca he ido a una.

Agradezco su explicación, pues para mi propia vergüenza, yo tampoco estaba al tanto de qué significaba aquello. Abel da una cabeceada y sé que está intentando imaginárselo.

—¿Vosotros qué habéis encontrado? —pregunta la niña y yo le enseño la radio.

—Es bastante antigua, pero quizás funcione.

Abel acaricia la superficie soltando un suave suspiro. Aun si no funciona, me planteo conservarla sólo para que podamos tener algo que nos recuerde a nuestros padres; pues de aquella época no nos queda nada. Nada sino un recuerdo amargo. Pero deposito todas mis esperanzas en que Nikolas pueda hacer que funcione.

Noto que el frío de la mañana se ha disipado por completo y que los parches de agua lodosa empiezan a espesar a nuestro alrededor por el efecto del calor del sol, secando de a poco el agua dejada por la espesa lluvia de las últimas tormentas. Aun así, la ropa nos ha quedado imposible y sé que pronto tendré que responder ante Nevi por esto; aunque dudo que haya problemas con que salgamos a plena luz del día. Reunimos las cosas que hemos ido encontrando encima de un viejo asiento de coche y nos volvemos a separar buscando más. El terreno es enorme y dudo mucho que alcancemos a cubrirlo en un solo día; pero entretenernos buscando cosas valiosas es la primera actividad divertida que hemos tenido desde que estamos aquí. Aunque no sé qué tan divertido ira a ser para Nevi o Nikolas el hecho de que llevemos a la fábrica un montón de cosas viejas.

En eso, Caleb se pone de pie y parece contento con su más reciente descubrimiento, el cual levanta junto a su rostro para mostrármelo. Tiene forma rectangular, es de color negro y tiene un pequeño cilindro en un costado, con un cristal esférico dentro.

—¿Qué es?

—¿No lo sabes? —pregunta Caleb, confuso y después parece apenado de haberlo preguntado cuando yo niego con la cabeza.— Es una cámara de fotos. Nikolas necesitaba una.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora