32. Nuevo rumbo - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Fabrica Abandonada, Nov. 00:50am - 16:30pm

Tras dar una vuelta por la ciudad buscando actividad sospechosa y sin haber encontrado nada, determino que lo único que puedo hacer ahora es ir a la siga de la bestia que escapó y exterminarla; pero me arden los ojos como si me hubiesen echado en ellos un puñado de tierra. Hace dos días que no he dormido absolutamente nada. Estoy empujando mis propios límites. Pienso en subir a la rama alta de algún árbol y dormitar un poco, pero antes de saberlo mis pasos me han llevado de vuelta a la fábrica abandonada que se ha convertido en la guarida de Nikolas, y estoy atravesando la puerta hacia sus oscuras estancias, recorriendo los sempiternos y lúgubres pasillos hasta la estancia principal.

Cuando entro por el enorme portón de metal, distingo la silueta de Nee todavía trabajando en su mesón, y al fondo, a los hermanos durmiendo abrazados otra vez, igual que la mañana anterior. Me acerco a ellos para comprobar su estado. La visión que suponen ambos durmiendo siempre abrazados como si fueran una parte esencial del otro, admito que es conmovedora y los arropo hasta el cuello con la delgada manta que los cubre. Aunque no guardamos ningún parecido físico, tengo un vago recuerdo de haber dormido así alguna vez con mis hermanos, cuando era un poco más joven que Abel. Las noches de Detroit eran heladas y ventosas, y sólo nos teníamos los unos a los otros; todos los chicos de mi pequeña pandilla. Por la noche, cuando el frío era despiadado, no teníamos más remedio que acurrucarnos todos juntos intentando guardar algo de calor. 

No puedo evitar sentir una gran nostalgia.

Micah tiene buen color... hasta donde puede tenerlo un muchacho albino. Al menos no parece estar sufriendo. Los analgésicos que conseguí para él parecen haber tenido efecto y me alivia haber podido enmendar en parte mi descuido.

—No pensé que volverías —saluda Nee, saliendo de detrás de la mampara, limpiándose las manos en un trapo tan sucio y viejo que bien podría dejárselas más sucias de lo que ya las tiene. Me habla tan de súbito que casi consigue sorprenderme.

—Pasaré la noche aquí —le informo. 

No necesito su permiso. Ni siquiera quiero pedirlo por cortesía y arriesgarme a que responda con alguna de sus bromas indecentes. Paso de largo por su lado palpándole el hombro a modo de despedida y me retiro a otro extremo del lugar. Trepo por un pilar hasta uno de los arcos que sostienen el techo y me acomodo sobre una de las vigas, con la espalda contra una de las columnas de la estructura, usando mi propia bolsa como suerte de almohada. Me cruzo entonces los brazos sobre el pecho y tiendo la cabeza para intentar dormitar.

Hace mucho tiempo que me acostumbré a dormir en sitios altos y en posiciones semi-sentadas. Un nómada sin hogar como lo era yo al inicio del viaje que me llevó a convertirme en cazador, sin dinero con qué costearse un sitio para dormir;  alguien que además llevaba encima el olor de la sangre... Me había convertido en la presa perfecta para cualquier criatura que rondase la noche. En especial en criaturas de olfato agudo como aquella que me había propuesto cazar.

Tuve muchos problemas para dormir al principio. Por una parte porque me sentía inquieto y observado haciéndolo en bancas del parque o al pie de los árboles. Incluso en callejones o en lugares abandonados, y por otro lado... porque mis hermanos habían sido asesinados durante la noche, cuando no habían podido defenderse. Finalmente con el tiempo descubrí que dormir en sitios altos y en posiciones más bien incómodas, que no me permitiesen hacerlo profundamente, me hacía sentir más alerta, y por lo tanto más a salvo; y continué haciéndolo de ese modo hasta ahora. La parte mala es que forzarme a ello hizo con los años que sólo la idea de dormir cómodamente en una cama como una persona normal se me antojase como algo innecesario y más bien arriesgado.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora