16. Pesadilla - Abel

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Abel - Philladelphia

Fábrica abandonada, Nov. 21:40pm


TUMP. TUMP. TUMP.

Golpes sobre la puerta. Y gritos afuera.

El rostro de mi madre parece más inquieto y nervioso que de costumbre mientras mete apresuradamente todo lo que encuentra en una maleta. Mi padre está en completo silencio, cargando una escopeta; que usa para cazar. Y Micah... Micah está a mi lado. Abrazándome. Me reconforta su calor y el sonido de su respiración. Hundo el rostro bajo el hueco de su cuello, intentando aspirar su olor. Siempre me trae calma el hacerlo.

Algo está sucediendo... Todos están asustados, pero yo no tengo miedo.

—Vamos a ir a un lugar bonito —farfulla mi madre, agachándose frente a mí—. Está lejos de aquí. Ya no podemos estar más en casa.

Los brazos de Micah me envuelven con más fuerza.

—¿Por qué no? —pido saber— ¿Por qué no, Micah? ¿Qué sucede?

Él no responde, pero se pone de pie cargándome en brazos en cuanto nuestros padres terminan de hacer las maletas y se sitúan cerca de nosotros:

—Ya es hora —anuncia nuestro padre.— Abel, no te separes de tu hermano mayor. No lo hagas en ningún momento y no hagas ruido —me dice, pero no lo comprendo. —Micah —le dice entonces a aquel—. Pase lo que pase, no sueltes a tu hermanito. Pase lo que pase, sólo corred. Corred rápido y no miréis atrás.

Micah me pone en el suelo y envuelve mi mano con fuerza.

—Preparaos—susurra mi padre. Mi madre llora, pero contiene sus lágrimas contra la bufanda en su cuello.

TUMP. TUMP.


***


—Micah, ¿por qué llora mamá? —No hay respuesta.— ¿Por qué papá lleva su arma?

Silencio.

—Tus manos están frías, Micah... —silencio. 

Solo silencio.

Y el malestar de la fuerza con la que mi hermano aprieta mis dedos.

—Duele, Micah... —le digo, pero aquello sólo hace que apriete con más fuerza.— ¡Micah, me haces daño...!


***


—Vamos — susurra papá, abriendo de una vez la trampilla en el suelo, que guía al exterior y tiene salida en el bosque.


***


Y entonces todo es empujones y tirones. Corremos por un costado de la casa. Luego por los pastizales. Nos internamos en la oscuridad del bosque. Corremos mucho. Mucho... No puedo respirar, las piernas me duelen y me pesan. Micah tira de mi mano con tanta fuerza que me duele hasta el hombro.

—Corre.

—Micah...

—No te detengas, Abel. Corre. Corre.

—No puedo...

—Tienes que correr.

—¡Ya no puedo...!

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora