40. Niños I - Byron

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Byron - Philadelphia

Fábrica - Nov, 09:30am


Alguien tenía que quedarse vigilando el cubículo de Caleb, y dado que Nevi era el que más había sufrido a lo largo del día, decidí quedarme yo. Chris también se ofreció, pero él ya cuenta con sus propios demonios interiores —nunca mejor dicho— y prefería que descansara y recuperara fuerzas, pues cada día para él es una lucha interna constante. Sin embargo, y pese a todo, yo también estaba cansado, por lo que cuando Nevi viene a hacerme el relevo a primera hora de la mañana, me encuentra dormido como un tronco.

— Tu perro hubiera hecho mejor guardia que tú.

Abro los ojos y enfoco despacio el rostro de Nevi. Luce mejor que anoche. Distingo un pequeño apósito en su cuello, producto de las curas que, imagino, Nee le habrá aplicado la noche anterior sobre los arañazos que le hizo Caleb. Respiro y me estiro para desperezarme.

— Sí, incluso podría haberle dado conversación – comento, bostezando.

Nevi sonríe, y luego señala hacia atrás con un ademán de la cabeza.

— Deberías volver arriba. Hay una pequeña damisela que te está buscando como loca.

Termino de bostezar, suspiro y me levanto. Me sacudo el polvo del pantalón y echo un último vistazo a la puerta de metal tras la cual Caleb sigue encerrado y encadenado.

— Todavía no ha llamado – le informo.

Nevi no dice nada. Los dos sabemos que, desde que le mordieron, Caleb apenas duerme una o dos horas cada noche. Es más que seguro que está despierto, probablemente escuchándonos, y hubiera podido llamar o gritar si quisiera salir. El asunto es que quiera hacerlo.

— Esperaré – dice Nevi.

Asiento. Y luego hablo en dirección a la puerta.

— Buenos días, Caleb – lo saludo. Sé que me oye. – Voy a ir a por el desayuno. Te esperamos arriba – le digo, con la esperanza de que el hambre le haga salir.

No hay respuesta. Nevi me asiente con la cabeza, dándome permiso para irme. Abandono el sucio y oscuro pasillo hacia las escaleras, las subo y me encamino hacia la puerta de salida al aparcamiento, pero Cassie me sale al paso apenas llego al piso de arriba.

— Me he despertado despatarrada en el colchón – me informa.

— Mira qué bien – replico.

— Eso significa que no has dormido conmigo – recalca ella.

— Ni que fueras Jennifer Lawrence y quisiera dormir contigo todas las noches – bromeo.

Cassie abre la boca un instante, pero luego sacude la cabeza.

— ¿Dónde estabas? – exige saber.

Suspiro.

— Cassie, pasará mucho tiempo, puede que años, hasta que vaya a responderte con la verdad a cada pregunta que me haces.

La niña hace un mohín.

— ¡Estaba preocupada! – admite, algo enfadada, aunque deduzco que es por el hecho de que no me tome en serio sus preocupaciones. — No sabía si habías vuelto. Cuando me desperté no te vi, ni a Caleb ni a Nevi. Pensaba que te había pasado algo.

— Bueno, aquí estoy – la tranquilizo. – No te agobies.

— ¿Cómo fue la misión? – pregunta.

Tardo un segundo en responder.

— Bien.

— ¿Conseguisteis lo que queríais?

— Sí.

— ¿Legal o ilegalmente?

Pongo los ojos en blanco.

— ¿Para qué lo preguntas si ya sabes la respuesta?

Ella esboza una pequeña sonrisa de autocomplacencia, pero luego una mueca preocupada asoma a su rostro.

— ¿No os meteréis en problemas si os pilla la policía?

— No te preocupes por eso.

Todavía no estoy muy seguro de las consecuencias que el robo, pero sobre todo el ataque de Caleb, haya podido generar, y prefiero no hablar antes de tiempo. Tampoco quiero preocupar a Cassie, así que antes de que le de tiempo a seguir preguntando, echo a andar hacia la salida al aparcamiento. Pero ella me sigue.

— ¿Dónde está Caleb? – pregunta.

No me detengo. Temía esa pregunta desde que lo dejamos encerrado anoche. Por eso quería irme antes de cruzarme con Cassie, para tener tiempo de pensar qué contestarle cuando me lo preguntara.. Mi cerebro trabaja a toda velocidad para buscar una excusa antes de que se dé cuenta de que le estoy mintiendo.

— Creo que ha ido a la chatarrería – invento.

— ¿Solo? – se extraña ella.

— Recuerda que no duerme. Las noches deben ser aburridas para él. Además, ¿sabes que puede ver en la oscuridad? – añado, tratando de desviar su atención.

Parece que surte efecto, porque la cara de Cassie se ilumina.

— ¿En serio? ¡Qué guay!

— Sí...

— ¿Y ahora adónde vas?

— A hacer unos recados.

Sigo caminando, callado, rogando por que Cassie deje de seguirme, pero no lo hace. Continúa detrás de mí, contándome lo que hicieron ella y los hermanos mientras nosotros nos enfrentábamos a un furioso y medio transformado Caleb, hasta prácticamente la salida al exterior. La furgoneta de anoche ya no está, Chris se ha encargado de hacerla desaparecer. Empiezo a cruzar el aparcamiento.

— Oye Byron... — me llama.

Me giro, y veo que se ha quedado parada bajo el quicio de la puerta de salida. Parece preocupada, pero no por Caleb, o por el robo. Hay algo más que ronda su cabeza.

— ¿Qué pasa? – pregunto.

Ella toma aire y abre la boca para hablar, pero no dice nada. La cierra, y arruga la frente. Finalmente, se lo piensa mejor y sacude la cabeza.

— Nada. – Luego me sonríe. — Compra desayuno si puedes, ¿vale?

Arrugo la frente, pero no digo nada. Solo asiento, despacio. Cassie me despide con un gesto de la mano. Me doy la vuelta y subo a la camioneta, preguntándome qué es lo que tiene a Cassie tan preocupada que no es capaz ni de decírmelo a mí.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora