30. Un hombre loco llamado Nee III - Abel

350 91 5
                                    


Abel – Philladelphia
Fábrica abandonada, 23:00 pm

Nos quedamos en silencio por mucho rato; demasiado. Micah nunca habla demasiado... Pero antes yo nunca le había dado razones para que se enfadara tanto como para no hablarme.

Puedo escuchar el viento soplar con fuerza contra las paredes de la guarida del hombre de pelo rubio y siento escalofríos. Así se escuchaban las puertas de nuestra casa cuando la gente de la ciudad intentaba abrirla por la fuerza. Tiemblo casi sin darme cuenta de ello. Miro a Micah, creyendo que se ha quedado dormido, pero en cambio él me devuelve la mirada y yo intento sonreírle. La sonrisa, sin embargo, se borra de mi rostro al no obtener ninguna suya en respuesta y empiezo a sentirme todavía más inquieto.

 Tengo mucho miedo, por alguna razón; aunque se me cierran los ojos, no quiero dormir.

Aferro su ropa. Como si de esa forma pudiese detenerlo y mantenerlo al lado mío. Como si sintiera que podría irse si le suelto... ¿Me está castigando por lo que hice? ¿Se iría de mi lado por eso? Sacudo la cabeza. Él no lo haría nunca...

—Duerme —me dice de pronto. 

Cuando lo miro otra vez, tiene los ojos cerrados, intentando hacer lo mismo. Me acurruco de nuevo contra él, buscando una posición cómoda, pero cuidando de no tocar su costado dañado.

—¿Micah?

—¿Qué sucede?

—Tú... Nunca me dejarías —le pregunto, sin poder aguantarlo más— ¿Verdad? 

Micah me mira. Sólo eso... Nunca sé en qué está pensando o qué me va a decir. Pero siempre basta sólo con su mirada tranquila para sentirme seguro. Pero ahora está sólo logra ponerme más ansioso. Hay malestar en ella. Sus ojos lila lucen apagados y exhaustos. Hoy, por mi culpa, quedó herido. Por desobedecer a lo que me dijo. ¿Y si él hubiese muerto? ¿Y si ya no le tuviera más? El solo pensarlo hace que el pecho se me apriete hasta provocarme dolor.

Sin decirme nada, Micah me rodea con el brazo y me apega más hacia sí. Aunque no me dice nada, su abrazo me reconforta, y se me cierran los ojos de cansancio. Quiero que descanse y que se reponga. Que vuelva ser el de siempre. Así que no le hago más preguntas... y le dejo dormir.

Estoy a punto de quedarme dormido cuando siento sus labios contra mi frente y le escucho susurrar después junto a mi oído:

—No, Aby... Nunca lo haría.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora