58. El vampiro II - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Fábrica, Nov, 03:10am

Byron y yo nos movemos rápidamente, coordinados como si fuésemos capaz de leer los movimientos del otro, posicionándonos de manera que uno de los dos cubra la puerta de salida, y el otro quede cara a cara con el vampiro, para atacarle desde dos direcciones opuestas y provocar más daño. 

Disparamos al mismo tiempo, y las balas de gidgee se hunden en su cuerpo con el sonido de quien perfora algo duro en vez de carne. Con cada tiro que impacta su piel, el vampiro exhala alaridos más desgarradores, y los agujeros dejados por estas se expanden en la forma de quemaduras sangrantes que humean. 

En un intento desesperado por escapar, se lanza primero contra Byron quien protege la puerta y aquel estrella una granada en el suelo. El agua nos salpica a todos, pero el único afectado es el vampiro, quien empieza a retroceder profiriendo chillidos como los de un cerdo.

—¡No escaparás, maldito! —sisea Byron, disparando otro flash de luz directo a su rostro, cegándolo otra vez.

Aquel, ciego y desorientado, retrocede hasta topar la espalda con la pared, y Byron y yo avanzamos, cerrando un círculo en torno a nuestra presa para sitiarla, sin dejar de disparar balas y destellos de luz cada vez que se repone del ataque anterior. 

Cuando estamos casi sobre él, descargamos otra ráfaga de balas para debilitarlo y nos lanzamos de lleno a intentar reducirlo.

Byron, quien posee la única linterna ultravioleta que tenemos en este momento, le dispara destellos en dirección a los ojos y lo mantiene a raya mientras yo cargo otro virote en la ballesta que fabricó Nee, y que reposa sobre el mesón. No tengo que apuntar demasiado antes de disparar para que el tiro le impacte el pecho y lo deje fijo a la pared. Así pasamos a la siguiente parte del plan.

En una de las gavetas hemos dispuesto un cubo de agua bendita en la que se halla sumergida una cadena con grilletes. Me armo de la misma rápidamente y dejo caer agua y grilletes sobre el vampiro, quien se retuerce presa del ardor de las quemaduras que esta empieza a abrir en su piel.

Byron y yo nos armamos al mismo tiempo de las cadenas y maniobramos para intentar acercarnos con el fin de encadenar a nuestra presa. El vampiro es víctima de un dolor agonizante, pero la tarea de acercarnos resulta imposible en lo que evitamos sus golpes y sus intentos de hacerse con alguno de los dos.

Esta criatura no se parece en nada a la primera que enfrentamos. Parece ser dueño de una fuerza insólita y de energías inagotables, y continua igual de implacable que al principio sin importar cuántas herramientas empleemos. 

Por el contrario, parece que, en vez de debilitarse, empieza a llenarse de nuevas fuerzas cuanto más conseguimos enfadarlo. 

De un instante a otro, en un arranque eufórico en el que consigue sacar fuerzas de flaqueza, atenaza y rompe el virote sobre su cuerpo, y escapa de la trampa, obligándonos a retroceder por precaución. 

Agotada su paciencia y a punto de perder el buen juicio debido a la ira, Byron se arroja sobre él sin dar importancia a los posibles riesgos de aquello, pero no consigue inmovilizarlo a tiempo antes de que el vampiro logre atenazar su ropa, invirtiendo sus intenciones. 

Caemos demasiado tarde en cuenta de que no somos rivales para un vampiro de este nivel cuando se las arregla para lanzar eyectado a Byron por encima del mesón, haciéndolo resbalar, tirando todo a su paso antes de caer al suelo del otro lado, y cuando, al momento de situarme frente a la puerta para intentar impedirle el paso, me levanta a mí con una sola mano y la facilidad de quien levanta un muñeco relleno de aserrín, y me empuja hacia el techo, haciéndome romper con la cabeza una de las lámparas de luz ultravioleta, lo que provoca que, al contacto con mi ropa mojada, una descarga eléctrica se esparza por toda la mitad superior de mi cuerpo como un doloroso calambre conforme siento resbalar por mi cuello las esquirlas de vidrio roto.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora