Capítulo 43

13.9K 1.1K 639
                                    




Obviamente, aunque me pidió que no flipará, flipé. Y mucho. Pasé de mirar el condón que sostenía en su mano a su cara, su expresión juguetona. Me tensé de la cabeza a los pies y mil pensamientos pasaron por mi cabeza. Pero el primero fue de terror, fíjate tú.

- Oye, que no quiero que te asustes... - me dijo.

- No, no. Solo es que me ha... sorprendido.

- Es lo que tienen las sorpresas, ¿no? – sonrió.

- Sí, sí.

- A ver, sin presión, tío. Tú piénsatelo, ¿vale?

- Pero... ¿quieres...?

- ¿Follar? Pues mira, Óscar, quiero probar. Y quiero probarlo por primera vez contigo. Pero solo si a ti te apetece, ¿sabes?

- Ya, ya. Es que es tan... así...

- ¿A ti no te apetece?

- Bueno, es que ni sé... ni sé por dónde empezar – admití, avergonzado. Vamos a ver, sí, he visto porno, como todos. Pero lo que sale ahí tiene pinta de ser bastante diferente a hacerlo luego en la realidad, ¿sabes?

- Por ahora, vamos a pasarlo bien en la fiesta, ¿vale? Luego ya veremos. ¿Te parece?

- Me parece.

- Toma, guárdalo tú – y me lo entregó.

- ¿De dónde lo sacaste?

- ¿Qué más te da? – se encogió de hombros, me dio un beso y abrió la puerta de la habitación.- Voy bajando, ¿ok? – y cerró la puerta tras de sí.

Vale, vale, vale, vale. Óscar, piensa. Es decir, ¿qué tienes que pensar? ¿No te apetece hacerlo con Pablo? ¿No lo has fantaseado mil veces? Sí, bueno, pero no es lo mismo que luego de repente hacerlo, ¿no? ¿Y si iba mal? ¿Y si me duele? ¿Y si no sé qué hacer? ¿Y si es tan desastre que lo dejamos todo? Joder, es que son muchas cosas. No quiero pensar, pero es que pienso, y cuánto más lo pienso, más nervioso me pongo. Miré el condón que descansaba sobre mi mano cuando se abrió la puerta del dormitorio y salió Albert.

- ¿Aún estás aquí?

- ¿Eh? – y escondí el condón rápidamente en mi bolsillo. Obviamente, Albert se dio cuenta que había escondido algo, pero no me dijo nada.- ¿Y tú? ¿No vienes a la fiesta?

- No me apetece...- dijo, desganado.

- Oye, si es por lo de esta mañana...

- No te creas el centro del universo, Óscar – y esas palabras me recordaron a lo que me dijo María el otro día.

- Si no te he dicho nada, joder.

- Ve y pásatelo bien. Ya me contarás.

- Pero, ¿qué te pasa, tío? Nos tienes a todos preocupados.

- ¿Ah, sí? ¿Preocupados? – respondió, irónico.

- ¿Y ese tonito?

- ¿Qué tonito? – siguió igual, y mira, me estaba empezando a cabrear con él de nuevo.

- Joder, Albert, si te he hecho algo, me lo dices y lo arreglamos. Pero coño, acabábamos de reconciliarnos y ahora vuelves a estar cabreado de la hostia. Pues chico, yo ya no entiendo nada, ¿sabes?

- Tú nunca entiendes nada. Qué bonito, tío. El que nunca entiende nada.

- ¿Ves? ¿Ves cómo te pasa algo conmigo?

- ¡Pues sí! ¡Coño, me pasa que me gustas, Óscar! ¿Me lo tatúo en la puta frente? ¿Qué le hago? ¡Qué puedo hacer!

- Yo...

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora