Capítulo 78

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Sí, lo sé. Me he quedado callado en el momento cumbre, en el momento de mi rebeldía. ¡Yo, que siempre he sido un trozo de pan! Pero es que fueron ellos que se quedaron un buen rato en silencio, ¿eh? No os vayáis a pensar que se iban a reír o algo. No, no. Se lo tomaron al pie de la letra. Bueno, claro, es que lo había dicho para que se lo tomaran así.

-¿Te dura la conmoción? –preguntó Celia.

-Qué tío más borde –añadió Almudena.

-¿Estás bien, Óscar? –me preguntó Pablo en un susurro, oculto detrás de mí.

-Tío, pues si no quieres que estemos aquí, nos piramos –repuso Albert, muy cabreado.

-No, no. Oye, ha sido... me he pasado. Perdón –me disculpé. Pero bueno, ya era un poco tarde.

-Tranqui, que nos vamos y no te molestamos más. Ya nos contarás cuando nos necesites –insistió Almudena.

-Oye, joder, que no. Que me he pasado, pero es que... no soy un niño –dije, con voz baja.

-Pues ahora mismo, lo estás pareciendo mazo –replicó Albert.

-¿Y qué queréis? Es decir. Sí, joder, si-si-siempre estáis ahí para mí. Pero quiero que me veais como alguien que sabe cuidar de sí mismo. Parece que me veis todo el rato como 'ay, pobre Óscar, que se cae'. Y no...

-Se llama 'preocuparse por alguien'. Vamos, 1º de amistad –bromeó Celia, pero estaba seria. Pablo y Aurora se mantenían un poco al margen.

-Pero no quiero que penséis que no os lo agradezco. ¡Me moriría sin vosotros! Pero a veces... siento... como que no confiáis mucho en mí.

-Pues mira, ya que estamos en plan confesiones, yo diré que a veces siento que os parezco aburrida. ¡Y no lo soy! ¡Soy divertida! Solo que no hablo mucho, ¿sabéis? –añadió Cris de repente. ¡Y eso sí que nos dejó a todos en silencio!

-Joder, la revolución de los silenciosos –ironizó Celia. –Mira, ni tú eres aburrida, ni tú eres un niño pequeño. Para empezar, en un grupo en el que soy la líder, no hay ni niños pequeños ni aburridas.

-¿Tú la líder desde cuándo? –espetó Albert. –Pese a que ahora esté diciendo locuras, el líder toda la vida ha sido Óscar.

-¿Yo?

-Sí, tú, atontao –bramó Almudena.

-¿Quién fue el que nos unió a todos? –me preguntó Andrés.

-Es que vamos, hay que deletrearle las cosas de vez en cuando a este chico –añadió Celia. –Aunque sigo creyendo que la líder soy yo, pero bueno.

-¡Y hay que cuidar al famoso del grupo! –chilló Albert y todos parecieron recordar al momento lo de mi vídeo viral. Y así fue como sorteé la bordería que les había soltado. Pero en el fondo, creía en el 100% de las palabras que les había dicho. No quería seguir siendo el 'pobrecito Óscar', y solo esperaba que se dieran cuenta de ello.

Después de un rato bromeando hablando sobre lo del vídeo y demás, todos decidieron irse (básicamente porque era casa de Aurora y se iba haciendo tarde), incluido Pablo que, sorprendentemente, se fue el último con Albert. Sí, sí. Los dos juntos. No sé qué hablarían de vuelta a casa, pero ahí se fueron. ¡Miedo! Y yo, pues me quede solo con Aurora. Esa noche iba a dormir ahí.

Cuando se fueron todos, me encerré en mi cuarto a ver algo en el ordenador y tal, pero eso no entraba en los planes de Aurora, porque casi sin llamar, abrió la puerta y entró.

-Eh, eh, que esta habitación sigue siendo mía, así que nada de cerrar la puerta, ¿eh? –me reprendió.

-¡Pero es mi cuarto! –respondí. -¿Quieres entrar un día y pillarme haciendo cosas... que no quieres ver?

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora