Capítulo 48

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Si os digo que mi vida es una mierda, no os descubro nada, ¿verdad? Bueno, lleváis conmigo desde el principio. A ver, no desde el principio de mi vida OBVIAMENTE, que es que hay que explicarlo todo. Digo desde el principio de... bueno, de esta historia, ¿sabes? Es jodido que tus padres te rechacen. Claro que lo es. Pero tengo suerte de conocer a Pablo, y de conocer a su madre, que es la hostia. ¿A qué sí? ¿A que todos la queréis como si fuera vuestra propia madre? También os digo que super normal. Se hace querer mucho. Esa noche, por primera vez desde que dormía en casa de Pablo, él durmió conmigo. Y nos liamos. Claro que sí. En plan liamiento total. A ver, no total, no follamos follamos. Pero casi. ¡CASI! ¿Cómo me puede poner tanto este hombre? ¡Es que a ver, por favor! Mira, si hace un año me dicen que iba a estar viviendo en casa del Bernabé, o sea, me habría puto reído en la cara del que me lo hubiera dicho. Sí, he dicho puto reído, que hace mucho que no pongo 'puto' delante de las palabras, y no hay que perder las malas costumbres. Estoy tan desubicado en los últimos días, sobre todo desde que volvimos de la nieve, que es que mira, no sé ni en qué día vivo. Digamos que hoy es... viernes, por ejemplo, que nunca está de más un viernes. Pensé que vivir con Pablo sería raro. Y lo sigue siendo, ¿eh? Cuando me ducho, siempre tengo la sensación de que va a entrar de repente, os lo juro. Pero fuera de las vergüenzas típicas... uhm, a ver, ya sabéis, que su madre lave mis calzoncillos (lo intenté evitar todo lo posible, pero llega un punto que tienes que ceder), levantarme por la mañana hecho un cuadro, ir al baño... No sé, son el tipo de cosas que con mis padres, obviamente, me dan igual, pero que me muero de vergüenza con otros. Pero curiosamente con Pablo no me importa. No me da vergüenza ya. Lo único que me pasa es que me siento continuamente como un puto jeta, aquí viviendo en una casa que no es la mía.

- ¿Con ganas de viernes? – dijo Pablo mientras sacaba un brick de leche de la nevera. ¿Yo? Pues estaba devorando un tazón de cereales como si no hubiera comido en mi vida. Vamos, que daba vergüencita verme.

- Siiii. Además, hoy hemos quedado por la tarde para hablar de ACB.

- ¿Ah sí?

- Sí, si te lo dije ayer.

- Oh, hoy no puedo – añadió y empezó a prepararse el desayuno.

- Anda, ¿y eso?

- Nada, cosas mías – y ahí acabó la conversación. Sí, enhorabuena, estoy aprendiendo a callarme de vez en cuando. Pero claro, con lo rayado que soy, estuve dándole vueltas toda la mañana a qué significaba eso de 'cosas mías'.

- Pues déjale, que tenga sus secretos el chaval – se burló Celia durante el recreo.

- Ya, pero yo qué sé. Esto es importante.

- ¿Y quién te ha dicho que para él no lo sea? Ay, Óscar, no empieces a rayarte, madre mía de mi vida – añadió Albert, que el pobre aguantaba mis conversaciones demasiadas veces. ¡Bueno, qué coño! ¡Para eso es mi puto amigo! ¡Que espabile! Aunque claro, menudo insensible soy, que le gusto. Ay, joder.

- Ya ya, no me rayo, no me rayo, promised.

- ¿Dónde hemos quedado esta tarde?

- En el Burguer de Plaza España – dijo Cris.

- ¡Ah, genial! – chilló Albert de repente.

- Sí que te gusta el Burger, chico – intervine.

- No, a ver, es que me voy a volver a cambiar el pelo. Y voy a una pelu ahí al lado.

- ¿Y qué color te vas a poner ahora? – preguntó Celia.

- Pues había pensado en verde, tipo Deku – admitió, orgulloso. Vale, a este paso se iba a poner todos los colores de My Hero Academia. Mientras no se lo ponga morado... Venga, los que veis o leeis My Hero Academia, sabéis a quién me refiero.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora