Capítulo 51

14.1K 1K 562
                                    




Los siguientes días, os lo juro, fueron los días más tranquilos en mucho tiempo. En casa las cosas estaban sorprendentemente bien. Es decir, no es que hablara muchísimo con mi padre, ya me entendéis. Pero nos hablábamos. Y eso ya es un avance si tenemos en cuenta los últimos meses. Me saludaba y esas cosas. Eso no quiere decir que le haya perdonado todo lo que me ha hecho sufrir. NI DE PUTA COÑA. Pero venía bien un tiempo muerto, ¿sabes? Por otro lado, mi madre estaba más pendiente de mí que nunca. Bueno, a ver, dentro de casa, me refiero. Todas las mañanas se levantaba un poco antes para desayunar conmigo, y oye, la veía mejor, sonreía y tal. ¿Habría tenido algo que ver la madre de Pablo? ¿Habría hablado con ellos y les habría hecho entrar en razón? Es que no veía otra explicación.

En el insti las cosas también estaban sorprendentemente tranquilas. Para empezar, Ramón, Moi, Diego y compañía habían decidido, al fin, dejarnos en paz. ¡YA HAN TARDADO! Ramón seguía en el grupo de teatro y, que no sirva de precedente, no lo hacía del todo mal. Y era una persona totalmente diferente: amable, simpático... si hasta me dio un día un sorbo de su Coca-Cola. Vamos, la locura. Esta semana además pedimos la solicitud para montar el grupo de Ayuda Contra el Bullying. Sí, vale, no hemos dado aún con un nombre mejor, ¿vale? ¿Qué vamos a hacerle? Así es la vida. Eso sí, el director, estúpido como siempre, nos puso pegas continuamente... para al final darnos el aula más pequeña y cochambrosa del colegio, y además, en horario después de clase, es decir, por la tarde, es decir, cuando ya no queremos estar en el insti si no fuera, en cualquier sitio. Pero tampoco vamos a ponerle pegas, ¿no? Vamos a hacer algo bonito por la gente. VAMOS A SER BUENAS PERSONAS. Y eso es algo que me hicieron dudar mis padres todos estos meses. ¿Nunca os ha pasado mirarnos en un espejo y tener que repetiros a vosotros mismos: eres una buena persona? ¿No? ¿Soy yo el único pirado de por aquí? OK. Gracias por vuestro apoyo siempre.

Y con Pablo... a ver... bueno... con Pablo... las cosas... iban... bien, iban bien. Solo os estaba creando suspense. ¡Que ya os voy conociendo y sé cómo generaros tensión! Dios, me debéis odiar tantísimo... Pero oye, sorry, así es la vida. A ver, no, no. Soy un poco cabrón. Os juro que no vuelvo a dejaros en suspense. El caso es que con Pablo todo va super bien. No hemos vuelto a intentarlo, no vengáis a por porno. Pero el haberlo hecho nos ha unido más que nunca. Porque a ver, seamos sinceros, el momento de 'hacerlo' da un poco de vergüenza. Es un momento muy íntimo y oye, si eso no genera confianza, me dirás tú qué lo va a generar. Sí, ya no vivíamos juntos (normal, también te digo, que al fin y al cabo tengo 15 años, aún me quedan 3 para poder ser independiente legalmente) pero eso no impedía que fuéramos todas las mañanas juntos a clase, y nos volviéramos a última hora también juntos. Si es que somos tan monos que damos un poquito de asco.

- ¡Oye! – protesté.

- Ay, mira, chico, perdona, pero es la verdad. Os pasáis de monos – sonrió Albert.- Oye, ¿tú alguna vez te has puesto los tacones de tu madre?

- ¿Qué? – pregunté, intrigado.

- Que si te has probado los tacones de tu madre, o sus collares, o su ropa... No sé – insistió mientras recogíamos el atrezzo del escenario de teatro.

- Uhm, no.

- ¿Ni siquiera de pequeño? Yo qué sé, para hacer la gracia o algo.

- No, no. ¿Por? ¿Tú sí?

- ¿Yo? – respondió Albert.- Obvio, muchas veces. Hasta me he maquillado de vez en cuando. ¿Es qué no me sigues en insta? ¡Joder!

- ¡Y yo qué sé! - me defendí. La verdad es que nunca se me había ocurrido maquillarme, o probarme la ropa de mi madre. Nunca lo había pensado.

- La ropa no tiene género. Joder, me encantaría venir a clase con una puta falda, pero vamos, me la pongo y me pegan tal paliza... - añadió, apesadumbrado.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora