Capítulo 87

5.9K 591 567
                                    




-Eh, vine-vine a verte –respondí, aún descolocado.

-Ah, vale, vale. Claro... pasa, pasa –y me dejó entrar en su casa. Pero no podía dejar de mirar las maletas en el recibidor. Pablo lo notó, obviamente, e iba a decirme algo, pero justo en ese momento apareció su madre con una mujer a la que no reconocí.

-¡Hola, Óscar, cariño! ¿Qué tal? –y se acercó para darme dos besos. Qué maja es esta mujer.

-Hola, hola. ¿Qué tal?

-Estresada. Pero vosotros estaréis igual, ¿no? ¿Qué tal Aurora? –me preguntó, sonriente.

-Bien, bien. Vengo del hospital. Nuestro profesor... -miré a Pablo, -ya ha salido del coma. Parece que va a ponerse bien.

-¡Pero esa es una buenísima noticia! –dijo su madre.

-Sí, sí –dije y Pablo me sonrió. Claro, es que él no lo sabía aún. Pues se acaba de enterar. -¿Y esas ma-maletas? ¿Os vais a algún lado?

-Te presento a mi hermana, Óscar. Se llama Silvia –y la mujer que había a su lado, que era igual que una tía mía a la que no aguantaba, me saludó con una sonrisa. -¿Te quedas a comer? –sí, había ignorado por completo mi pregunta.

-No, no. No puedo.

-Oh... bueno, me ha alegrado verte. Pablo, nosotras nos vamos. Volvemos en un par de horas, ¿vale? –y, después de darle un beso en la frente, las dos salieron de la casa.

En cuanto se fueron, puse los brazos en jarra y miré a Pablo desafiante. No dije nada. Solo quería que me contara él lo que estaba pasando, pero mi plan no funcionó y estuve como un minuto en silencio, mirándolo, supongo que con cara de loco.

-¿Piensas hablar en algún momento o vas a seguir mirándome así? –se burló Pablo.

-¿Qué son esas maletas? ¿Os vais y no me has dicho nada?

-Óscar, no saques conclusiones... que te encanta adelantarte –me recriminó.

-Vale. Ok. Genial. Entonces explícame –respondí, intenso como yo solo.

-No flipes mucho, ¿vale? –Siempre que me dice eso Pablo, viene una mala noticia. O una buenísima. –Mi madre tiene que volver a Estados Unidos a continuar con el tratamiento. Las cosas... no están saliendo como esperábamos.

Oh, mierda. Su madre. Recordé cuando el verano pasado los dos estuvieron en Estados Unidos casi todo el verano, y yo subiéndome por las paredes porque pensaba que Pablo se había hartado de mí o algo así. Pero espera... ¿significa eso que Pablo también se va? No me jodas. ¡NO ME JODAS!

-Sí, Óscar. Yo también voy –dijo, leyéndome la mente. Como siempre el muy cabrón.

-¿Y cuándo pensabas decírmelo? –respondí, ofendido.

-El día del partido, que es cuando me enteré. Pero... bueno, pasó lo que pasó.

-Has tenido una semana para contármelo, para decirme que no te voy a ver en todo el verano –repliqué, furioso. Bueno, furioso tampoco, pero lo pilláis, ¿no?

-Quería contártelo, en serio. Quería que quedáramos un día tranquilamente y decírtelo, pero has estado desaparecido esta semana... -me recriminó.

-¿Yo? ¿Desaparecido? ¿Yo? ¿Yo? ¡Desaparecido! –ya sabéis que en momentos de tensión no suelo ser muy elocuente.

-Que no te lo estoy diciendo a malas, Óscar, joder. Pero es verdad. Con todo lo de tu tía, Marcos, volver a vivir con tu madre... quería esperar a que tuviéramos un tiempo los dos juntos. En estos últimos meses... pues hemos tenido muy pocos la verdad.

Alguien para tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora